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La Acción Católica en la II República


Una obra coordinada por Feliciano Montero (Universidad de Alcalá, 2008). La recensión es del jesuita Rafael Mª Sanz de Diego.

Libro Accion Catolica En La

 

La Acción Católica en la II República

Coordinador: Feliciano Montero

Edita: Universidad de Alcalá

Páginas: 293

 

 

(Rafael Mª Sanz de Diego, SJ) Los años de la II República Española (1931-1936) atraen a quien estudia la tensión a la que el laicismo gubernamental sometió a la Iglesia y la variada reacción de ésta.

Ningún historiador ha estudiado tanto la acción seglar en la España contemporánea como Feliciano Montero. Sus publicaciones abarcan cada vez más extensión en esta parcela. Entra en la historia de la Iglesia no desde la Jerarquía, sino desde los bautizados que hacían presente a la institución eclesial en la sociedad. Últimamente se viene centrando en la pugna catolicismo-secularización.

Una situación emblemática para esto son los años de la II República. La Iglesia se enfrentó a una situación distinta: el nuevo régimen se diferenció de la monarquía por su laicismo. “España ha dejado de ser católica”, dijo Azaña. El libro recoge las intervenciones en un seminario celebrado en la Universidad de Alcalá el 2007. Es un estudio de equipo.

La actividad de los seglares católicos españoles ante la II República utilizó dos cauces: el político y el apostólico. El primero se plasmó en Acción Nacional, base de la CEDA. Menos estudiado está el apostólico, la Acción Católica (AC). A ésta se dedicó el seminario. El libro tiene dos partes. La primera, general, estudia la actuación de las ramas femeninas y la politización de los jóvenes. Forman la segunda estudios regionales: la AC de estos años en Galicia, Cataluña, Sevilla, Valladolid, Mallorca y Madrid.

Es nuevo en estos años el modelo de Acción Católica. Superando el esquema de los años del cardenal Segura, se abre, bajo la guía del cardenal Vidal i Barraquer, del presidente de la Junta Central de AC, Herrera Oria, y del nuncio Tedeschini, a una estrategia accidentalista y posibilista. Los Estatutos de 1932 defendían un apoliticismo que equivalía a suprapartidismo de la organización, sin cerrar la puerta a la participación de algunos miembros en los partidos.

En una obra de colaboración es inevitable que no todos los estudios lleguen a las mismas conclusiones. Algún estudio valora de forma diferente lo que significó la revolución de Asturias o simplifica datos: Herrera y Tedeschini salieron de España (112) porque el primero iba a hacerse sacerdote y el nuncio acabó su misión. Su ausencia no influyó ya en la marcha de la AC española. La variedad de enfoques muestra la visión amplia del coordinador.

Se ofrece una panorámica de un tema poco estudiado. Se rotura un camino, que debe continuar. Es un gran servicio a la historia.

En el nº 2.638 de Vida Nueva.

Actualizado
28/11/2008 | 11:01
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