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La educación ética en la familia


Este libro de Rafaela García, Cruz Pérez y Juan Escámez (Desclée de Brouwer, 2009) es recensionado por Antonio Mª Calero.

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La educación ética en la familia

Autores: Rafaela García, Cruz Pérez, Juan Escámez 

Editorial: Desclée de Brouwer 

Ciudad: Bilbao

Páginas: 172

 

(Antonio Mª Calero) En las encuestas, particularmente las referidas a la juventud, aparece invariablemente el tema de la familia como uno de los de mayor relevancia: tanto en perspectiva positiva, como realidad más valorada por encima de otros muchos valores, como en la perspectiva negativa del influjo que su ausencia ejerce sobre los jóvenes. No es infalible que a una familia sana y bien estructurada correspondan siempre hijos correctamente educados. Como tampoco que a una familia desestructurada o sin valores, lo hagan hijos socialmente negativos. Pero es claro -y esas encuestas lo ponen de relieve- que, por lo general, a una familia en la que funcionan auténticos valores éticos y morales, corresponden hijos que viven y manifiestan esos valores.

En tal contexto se sitúa esta obra, de una homogeneidad y luminosidad admirables. Como su título indica, los cinco temas que aborda en otros tantos capítulos son de máxima importancia y actualidad. Si el hombre cobra conciencia de sí, descubre su identidad en el seno de la familia, ésta se convierte automáticamente en su primer y principal agente educador.

A partir de ahí, se comienza a desarrollar la dimensión ética de la autonomía personal y de la responsabilidad del hombre frente a la sociedad. Especialmente, aprende el difícil pero decisivo arte -indispensable para su humanización- de la necesaria participación y comunicación. En la familia se inicia en su necesidad de participar como miembro activo de la sociedad y en la comunicación que lo constituye formalmente como hombre.

Por otra parte, se van presentando una serie de valores en los que educar a las nuevas generaciones de cara al futuro: tolerancia, convivencia, honestidad, solidaridad, respeto, sentido de la justicia, etc. Con ello se está poniendo de relieve que el sentido ético del hombre abarca una serie de sectores de la persona que constituyen el objetivo de una educación integral.

Aceptando la identificación que establecen los autores entre ética y moral, sí echaríamos de menos una fundamentación trascendente de la ética para que ésta no sea sólo el fruto de una mera convergencia sociológica de los hombres en un momento de la historia: lo que ayer era éticamente correcto, hoy resulta inaceptable. Los distintos capítulos, estructurados según unas pautas uniformes, no dan recetas educativas, pero sí ofrecen a los padres, primeros y principales educadores, unas luminosas y prácticas pautas de conducta, unas estrategias que pueden resultar muy valiosas para afrontar la ineludible tarea educativa que les compete.

En el n º 2.659 de Vida Nueva.

Actualizado
08/05/2009 | 11:01
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