Un libro de Olivier Clément (Ediciones Sígueme) La recensión es de Carolina Blázquez Casado, OSA
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Título: Los rostros del Espíritu
Autor: Olivier Clément
Editorial: Ediciones Sígueme
Ciudad: Salamanca, 2015
Páginas: 160
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HNA. CAROLINA BLÁZQUEZ CASADO, OSA | Muchas personas que saben de mi cercanía y afinidad con Olivier Clément me han hablado de la publicación en Ediciones Sígueme de este nuevo libro, Los rostros del Espíritu, con alegría y entusiasmo. Esto confirma mi convicción de que los escritos de Clément son siempre atractivos, muy profundos teológica y espiritualmente, bellísimos en su redacción, con un aire profético y testimonial ante los retos de la Iglesia y el mundo, y por ello merecen ser traducidos y ofrecidos a nuestro público español.
La presente obra está compuesta por diversos artículos o conferencias que el autor escribió muchos años atrás, a lo largo de la década de los 70 y 80, y publicó principalmente en Contacts, revista francesa de teología ortodoxa de la que fue redactor y secretario durante muchísimos años, pero también en otros medios o ámbitos. La unidad del texto, por tanto, viene dada por el tema, común denominador en todos los capítulos, el Espíritu Santo, y, a pesar de la distancia entre su redacción y el presente, la actualidad y vigencia de su contenido es tremenda y arrolladora.
Si en el Occidente cristiano hemos vivido a lo largo de los siglos un olvido progresivo del Espíritu, del que estamos tratando de despertar desde hace décadas, en cambio, en la Tradición espiritual del Oriente la importancia del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia, en la teología y en la praxis cristiana es una nota característica y central. Nuestro libro es testimonio explícito de esta centralidad del Espíritu Santo en el cristianismo ortodoxo. En este pequeño tratado de pneumatología se abordan todas las dimensiones esenciales de la fe, redescubriendo en ellas la acción del Espíritu, su presencia y dinamismo del que estamos tan necesitados en este tiempo que vivimos, un largo invierno a la espera del nuevo Pentecostés, que reavive las ascuas del Espíritu en nuestras vidas y renueve la faz de la tierra.
Guía de lectura
Ofrezco algunas constantes que atraviesan los capítulos como ejes transversales y pueden ayudarnos en la lectura.
- El Espíritu Santo es Persona. Clément ahonda en la dogmática ortodoxa trinitaria y recalca la condición personal –hipostática– del Espíritu. La persona es el ser en relación, es la naturaleza –ousia o esencia– donándose, ofreciéndose y, por ello, el Espíritu es, de un modo singular, en la relación propia que establece en el seno de la vida divina. Lo que le constituye es justamente el dinamismo de desposesión, de salida de sí, de éxtasis hacia la comunión entre el Padre y el Hijo; y esto de un modo y con una radicalidad tal que el Espíritu es la Persona Comunión. Podíamos decir, de algún modo, que en Él no queda nada para Sí, sino que es en cuanto total y plena apertura hacia las otras dos Personas, y esta desposesión a favor de la Comunión es lo que le hace ser.
- El método teológico según el itinerario teológico-espiritual que forman los artículos es profundamente pedagógico. Partiendo del acontecimiento de Pentecostés, es decir, del acontecimiento central de revelación y manifestación del Espíritu Santo en este mundo –la vida cristiana nace siempre de una experiencia de encuentro con Dios–, el autor va del interior al exterior. De la reflexión dogmática sobre el Espíritu –quién es Él– se pasa a su presencia en la Iglesia y su acción en la vida del creyente –cómo actúa–, hasta configurarnos con esta corriente de donación como forma de vida, como los mártires y los padres espirituales, cristianos atravesados por el Espíritu, del que se han hecho iconos vivientes.
- La unidad entre teología, espiritualidad y compromiso cristiano, entre la reflexión dogmática y la experiencia cristiana, es una nota particular de los escritos de Clément. La hondura en la exposición doctrinal toca la vida y despierta el deseo de una conversión y una comunión. El creyente, en cuanto portador del Espíritu, que es el Dios en nosotros, se convierte en presencia de gracia, reconciliación, comunión y compasión en medio de la sociedad y el mundo. El Reino se hace presente a través de él.
Animo a todos a la lectura del libro. Si os acercáis a él, como a un fuego, os quemaréis y sentiréis una apertura interior a la acción del Espíritu, a la comunión y reconciliación que Él crea siempre que se hace presente, a la conversión a la que nos llama hasta hacer de cada uno de nosotros un nuevo rostro del Espíritu, porque los rostros del Espíritu son tantos como los “rostros de los seres humanos deificados”. Este libro es la promesa cierta de una experiencia y nos introduce en la Vida.
En el nº 2.977 de Vida Nueva