Recensión de Vicente Vide sobre la obra de Demetrio Velasco Entre los gentiles (PPC, 2014).
–
Título: Entre los gentiles. Debates entre cristianos e increyentes
Autor: Demetrio Velasco (coord.)
Editorial: PPC, 2014
Ciudad: Madrid
Páginas: 215
–
VICENTE VIDE | El diálogo creyentes-no creyentes constituye uno de los retos más importantes en nuestra sociedad plural y multicultural. Además, es un ámbito en el que en España hay mucho que aprender del resto de Europa.
Baste recordar los fructíferos debates, diálogos y encuentros en Inglaterra entre el filósofo y jesuita F. Copleston y el filósofo y matemático B. Russell o, más recientemente, entre R. Dawkins y el obispo R. Williams; en Italia, entre U. Eco y el cardenal Martini; D. Antiseri y el cardenal Ruini o el cardenal Scola y Flores d’Arcais; en Alemania, entre J. Habermas y el entonces cardenal Ratzinger; y, en Francia, podríamos destacar el denso debate sobre lo religioso después de las religiones entre L. Ferry y M. Gauchet.
Lamentablemente, en España, como muy bien señala Demetrio Velasco, coordinador de Entre los gentiles. Debates entre creyentes e increyentes, “el clima de desconfianza e incluso de hostilidad ha impedido avanzar en la buena dirección”, todo ello propiciado por fundamentalismos religiosos y políticos, por un lado; y por laicismos y ateísmos militantes con rancio talante secularista, por el otro.
Por ello, esta obra, magníficamente coordinada por el profesor emérito de Deusto, experto y referente del pensamiento social cristiano, resulta fundamental en el marco necesario del diálogo entre fe cristiana y cultura contemporánea.
A menudo se habla de creyentes y no creyentes. El término “no creyente”, usado muchas veces para referirse a los no cristianos, no es del todo adecuado por varias razones. La primera, porque no es preciso, ya que los no cristianos también tienen sus creencias; la segunda, porque es un término relativo, ya que para un cristiano pueden ser “no creyentes” los no cristianos, pero para un musulmán, un judío o para personas de otras religiones los cristianos podríamos ser considerados “no creyentes”; y tercera, porque es un término negativo, con el reduccionismo que ello comporta.
Recordemos que, en la Iglesia primitiva, el término preferido era “gentiles”. Por eso nos decía en la Universidad de Deusto el cardenal Ravasi que era preciso hallar un término más adecuado para referirnos a las personas no cristianas, que fuera de algún modo equivalente a “gentiles”. Resulta por ello un acierto el título: Entre los gentiles.
Este libro se propone discernir la calidad humana y cristiana de nuestras actitudes como creyentes e intentar comprender las razones que subyacen en las de quienes no profesan la fe cristiana. Para ello recoge cuatro diálogos de los casi 49 que aparecen en la revista Iglesia viva. Un acierto de la obra es no reducir los debates al terreno epistemológico, ya que la fe cristiana es, ante todo, una forma de vida conformada por el Dios de Jesucristo, donde la creencia y la justicia van unidas.
Este libro muestra la dimensión antropológica de apertura a lo sagrado o a la trascendencia en la inmanencia (Ferry) o a lo absoluto terrenal (Gauchet) presente en los gentiles y la dosis de agnosia presente en las creencias cristianas (Gómez Caffarena).
Desde este horizonte de fondo navegan los autores: Savater argumentando su cosmovisión atea desde un inmanentismo racionalista ilustrado; y Mardones replicándole desde la dimensión simbólica de la religión; desde una filosofía práctica debaten dos militantes políticos, R. Terzi y A. Comín: uno proponiendo el relativismo frente al fanatismo religioso, el otro reivindicando el papel de la razón crítica; A. Doménech plantea erigir, frente al cristianismo, una sociedad basada en las virtudes republicanas; Velasco argumenta la fecundidad de una relación entre estas virtudes y el Evangelio, como fuente de compromiso para vivir humanamente, libres de toda dominación e injusticia; por su parte, J. Ramoneda y González Faus coinciden en repensar las relaciones religión-política en un contexto actual de laicidad y de retorno de lo sagrado.
El lector disfrutará siguiendo estos debates, ya que, aun siendo conceptualmente densos, presentan un estilo muy vivo, ágil y dinámico. Hubiera sido deseable un diálogo más interactivo entre los autores, ya que cada cual expone su posición, pero luego no hay turnos de réplica. También podría haberse alternado el orden de intervención, para que no aparezca siempre primero la exposición del no creyente y después la respuesta del creyente.
Ojalá que la lectura de este libro contribuya a recordar que muchos, aun no reconociendo el don de la fe, buscan el sentido último y la verdad definitiva de su existencia y del mundo, “auténtico preámbulo de la fe” (Porta fidei, 10) o, en palabras de Francisco: “Quien no cree y se pone en camino para practicar el bien, se acerca a Dios, y ya es sostenido por Él” (Lumen Fidei, n. 35). Por ello, “el creyente no es arrogante; al contrario, la verdad de la fe le hace humilde” (Lumen Fidei, n. 34).
Ojalá que la lectura de este libro contribuya a superar laicismos beligerantes e integrismos nostálgicos de cristiandad y a proponer nuevas formas de diálogo en los areópagos contemporáneos, siguiendo los ejemplos paradigmáticos de Benedicto XVI en su diálogo con P. Odifreddi y de Francisco con el director de La Repubblica.
Aquí encontrará el lector valiosas claves culturales y evangélicas para que el cristianismo siga ofreciendo una espiritualidad humanizadora, aportando fe en una trascendencia personal que potencie una sociedad más justa y solidaria. Así, la fe cristiana podrá ser un poco más creíble y significativa en estos tiempos de crisis.
En el nº 2.900 de Vida Nueva