Una obra de Xavier Quinzá Lleó, SJ (Mensajero-Sal Terrae, 2011). La recensión es de Jesús Sastre.
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Ordenar el caos interior. Una propuesta espiritual
Autor: Xavier Quinzá Lleó, SJ
Editorial: Mensajero-Sal Terrae
Ciudad: Bilbao – Santander
Páginas: 184
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JESÚS SASTRE | El jesuita Xavier Quinzà ha trabajado los nuevos lenguajes de la teología y la espiritualidad; a modo de ejemplo, basta acudir a algunas de las frases entrecomilladas en esta recensión. El elemento articulador del libro, como clarifica su propio autor, es la metáfora del caos.
Todas las espiritualidades se refieren a la realidad que vivimos y ofrecen orientaciones y medios para ordenar nuestra vida. “La metáfora del caos, que es la constatación del continuo fluir de la creación, nos ayuda a ver el mundo como un flujo de modelos animados, sorprendentes, con sutiles relaciones, giros imprevistos. Ahí, en ese caos, es donde han nacido todos los órdenes psicológicos, físicos y sociales que conocemos” (p. 11).
En esta acepción, el término caos es positivo y dinámico. La aventura del hombre creyente es la “búsqueda de la armonía interior”; ahora bien, “para sintonizar con la armonía perdida, ¿qué pregunta nos hemos de hacer?”. El presente libro pretende dar pistas de respuesta a este respecto. Para ello, el autor hace una relectura de los Ejercicios ignacianos como “dinámicas para ordenar el caos”.
El desarrollo se divide en seis capítulos con títulos precisos y sugerentes. Todo parte de la pregunta de los Ejercicios: “¿Qué debo hacer?”, y de los protocolos de la experiencia espiritual. El camino viene marcado por la búsqueda y por la libertad del creyente, no por la respuesta.
Dicho esto, la renovación personal y el crecimiento en la fe necesitan una “hoja de ruta” que ayuda al ejercitante a “desasirse, soltarse y dejar fluir”, para llegar a unificar la vida a partir del amor de Dios, que nos transforma dándose y purificando nuestros sentimientos. Para que el ser humano vuelva a su “lugar original de gracia, a su primera bendición”, hay que “resetear” la vida de fe y reiniciar desde el “más” del deseo, que es seguir a Jesús y dejarse transformar por Él.
Para facilitar la tarea, el capítulo quinto presenta siete lecciones vitales, a modo de reglas, para ordenar el caos; lo hace tomando como referencia el texto evangélico de la casa habitada por siete demonios: negación, buscar un culpable, resignación, ideología rígida, escapismo de acuerdos, repliegue en lo privado y voluntarismo. El camino de plenitud se consigue entrando en la “escuela del don”, para aprender a vivir desde el “reconocimiento otorgado” y desde la incondicionalidad del don de Dios, cuya alteridad se percibe, sobre todo, en la fragilidad del Dios encarnado y crucificado que rompe nuestros esquemas. Este es el camino para recuperar la armonía perdida.
Estamos ante un libro de espiritualidad sistemático y sugerente no solo en la propuesta, sino en el lenguaje. Lo más valioso es que aborda el tema nuclear de la vida cristiana: cómo llegar a vivir una fe madura, es decir, una vida integrada y armónica desde el don que nos constituye. Si en una obra es importante el contenido, no lo es menos el que dicho contenido se ofrezca como itinerario de fe comprensible y atractivo para el hombre de hoy.
Su lectura requiere cierta formación teológico-espiritual; supuesto este requisito, el libro puede ser muy útil para los que trabajan en centros de formación y grupos de pastoral de jóvenes y adultos que están haciendo un proceso de fe tal como lo pide la iniciación cristiana. Igualmente, da muchas claves para trabajar en días de retiro espiritual o en jornadas de espiritualidad.
En el nº 2.769 de Vida Nueva.