Libros

‘Señor, roca mía, escucha mi voz’


Una obra de Enrique Sanz Giménez-Rico (Verbo Divino-Universidad Pontificia Comillas). La recensión es de Patricia Hevia

 Señor, roca mía, escucha mi voz. Lectura continua y concatenada de Salmos 1-30  Autor: Enrique

Título: Señor, roca mía, escucha mi voz. Lectura continua y concatenada de Salmos 1-30

Autor: Enrique Sanz Giménez-Rico

Editorial: Verbo Divino-Universidad Pontificia Comillas

Ciudad: Madrid, 2015

Páginas: 288

PATRICIA HEVIA, RSCJ | Podemos acercarnos al libro de los Salmos desde múltiples perspectivas, y así lo ha hecho la exégesis bíblica, proponiendo distintos modelos para su estudio. Uno de ellos es la lectura concatenada, que considerando el salterio en su totalidad, encuentra en él elementos que lo atraviesan y que son transversales. Así, cada salmo es considerado y releído a la luz de los salmos que lo siguen.

Acercarnos al salterio desde esta perspectiva y tomarlo como un libro de plegaria y de alabanza nos permite entrar en un camino progresivo de oración, donde cada salmo no es considerado solo en su singularidad, sino en relación al resto.

El jesuita Enrique Sanz Giménez-Rico (Valladolid, 1965), doctor en Teología Bíblica y actual decano de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Comillas, nos propone en esta obra un itinerario que nos lleva a releer y orar los primeros 30 salmos del salterio de forma progresiva y concatenada. El autor parte de la propuesta de considerar el salterio como “el santuario en el que buscar y alabar a Dios, de quien proceden la bendición y la salvación”. En este santuario el salmista nos presta sus palabras y su oración para adentrarnos en el corazón de Dios y comprender mejor quién es Él.

Tras una introducción en la que nos presenta los distintos modelos antes mencionados y nos invita a tomar el salterio como un libro capaz de poner palabra a nuestro encuentro con Dios, en la segunda parte el autor nos señala, tomando los dos primeros salmos del libro del salterio, el camino que nos espera: un camino de bienaventuranza y de felicidad. Tras atravesar este pórtico, los salmos 3-14 nos presentan un itinerario que nos llevará del clamor y la petición a la alabanza y la confianza. Leer y orar los salmos desde esta propuesta nos permite entrar en un ritmo progresivo de transformación.

El segundo capítulo nos acerca a la segunda colección del salterio, los salmos 15-24, que presenta al justo que recibe de Dios ayuda y salvación. En este grupo son numerosas las metáforas que van relacionando y conectando un salmo con otro, y que el autor desarrolla de forma sugerente, tanto para el conocimiento exegético como para una lectura orante. El tercer capítulo nos acerca al último grupo de salmos que recoge esta obra, los salmos 25-30, y que pone ante nuestra mirada la imagen del Dios Salvador y dador de fuerza.

En el desarrollo de cada salmo, el autor trata de introducirnos en la experiencia originaria que le dio a luz: la súplica, la acción de gracias, la petición ante una necesidad concreta… Detrás de ella hay una persona que ora, un orante que podríamos ser nosotros mismos. Son numerosas las referencias que se aportan para poder conectar esa experiencia con otros salmos del salterio o con otros pasajes del Antiguo Testamento. Aspectos como las distintas imágenes de Dios, las diversas situaciones del orante o el acercamiento filológico a las principales expresiones y palabras de cada salmo ayudan a establecer este puente entre exégesis y espiritualidad.

Encuentro con Dios

Cierran la obra dos capítulos que, a modo de síntesis, nos ofrecen los movimientos que recorren estas distintas colecciones de salmos: la confianza y la petición-alabanza-gracia. Movimientos que inspiraron al salmista a escribir su plegaria y que nosotros, lectores y orantes, estamos invitados a apropiarnos para que habiten la entraña de nuestra oración y de nuestro encuentro con Dios.

Este libro, profundo y sencillo a la vez, nos acerca a los salmos desde una perspectiva integral, y seguro que iluminará estas oraciones tan presentes en nuestra vida cotidiana: liturgia de las horas, eucaristía, oración personal…, para que esta Palabra en forma de poesía y oración se transforme en “lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro sendero”.

En el nº 2.948 de Vida Nueva.

Actualizado
03/07/2015 | 03:43
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