Un libro de José María Avendaño Perea (PPC). La recensión es de Carlos Aguilar
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Título: Viacrucis con la gente de la calle
Autor: José María Avendaño Perea
Editorial: PPC
Ciudad: Madrid, 2016
Páginas: 66
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CARLOS AGUILAR | El autor de esta sencilla pero gran obra no necesita presentaciones para los lectores de Vida Nueva. Con este nuevo trabajo publicado por PPC, una vez más se pone de manifiesto que José María Avendaño es de esos pastores que realmente huelen a oveja.
Criado en las amplias llanuras de La Mancha toledana, tierra de buen vino y de mejor gente, José María ha sido enriquecido, además de con evidentes dotes artísticas, con un corazón que, iluminado por la gracia y la bondad de Dios, sabe mirar de una manera del todo singular.
Así, en cada una de las estaciones de este viacrucis, nos encontramos con esa mirada que no se retira ante realidades sociales y humanas frente a las cuales normalmente la mayoría volvemos el rostro. Se trata de una mirada que nos viene muy bien, pues nos cura de esa otra enfermedad tan grave y que afecta a los ojos de tantos: la incapacidad para ver y compadecerse del sufrimiento del pobre que está a la puerta de nuestra casa, tal y como comenta el Papa en el mensaje para la Cuaresma de este año, inspirándose en la parábola de Lázaro y el hombre rico (Lc 16, 19-31).
Por eso, en este libro, como en la parábola, los nombres son muy importantes. Se nos habla de Mª Jesús, de Carmen, de Javier, de José Juan y de Ana, las personas que José María encuentra en el centro de salud al que acude cuando “la enfermedad, como a tantos hombres y mujeres, le visita de vez en cuando” (sexta estación). También es llamada por su nombre Nyaring, mujer joven de Uganda que protagoniza la décima. Aparece igualmente el nombre de Pedro, un buen amigo de José María, citado en la decimosegunda. Y, por último, en la decimotercera, aparece el nombre de Natividad y el de todos los miembros de su familia –Gabriel (el esposo), Manuel, Alba y Jesús (los hijos).
La contemplación de la Pasión de Cristo le lleva a José María a conocer a estas y otras personas de un modo del todo singular; y este conocimiento le conduce al autor a servir a un Cristo de carne y hueso que todavía hoy sigue sufriendo en sus hermanos más pequeños.
Por último, en este viacrucis, José María nos ayuda a mirar a esas personas, y, en cada una de ellas, nos invita a descubrir, con los ojos de la fe, que siempre “hay lugar para la gracia”; experiencia fundamental para adentrarnos en el camino de la conversión y un gran aliciente para convencernos de que “es posible vivir en fraternidad y que la vida tiene sentido”. Lo tiene cuando pasamos por ella “viviendo y desviviéndonos apasionadamente por Dios y los hermanos y hermanas”.
Bienvenido este libro, que nos servirá para andar por la calle con mirada convertida y renovada.
Publicado en el número 3.029 de Vida Nueva. Ver sumario