Una obra de Pedro Langa Aguilar (San Pablo, 2011). La recensión es de Jaime Sepulcre, OSA.
–
Voces de sabiduría patrística
Autor: Pedro Langa Aguilar
Editorial: San Pablo, 2011
Ciudad: Madrid
Páginas: 464
–
JAIME SEPULCRE, OSA | Los Padres de la Iglesia alimentaron el caudal primero del discurrir teológico cristiano de Oriente y Occidente y han seguido aumentándolo por siglos a medida que crecían el conocimiento y la comprensión de su inmenso legado. De patribus –podría decirse– numquam satis.
Consciente, pues, del beneficioso impacto que puede producir en creyentes de todo signo el contacto directo con la literatura patrística, la editorial San Pablo viene apostando por su divulgación con antologías, manuales y diccionarios de gran calidad.
En este cuadro hay que enmarcar el libro Voces de sabiduría patrística, de Pedro Langa, merecedor de un espacio en las bibliotecas de seminarios, facultades y centros de formación teológica como obra de obligada referencia en el futuro. Hueco debería encontrar también en muchos hogares cristianos y, desde luego, traducirlo a otros idiomas es un proyecto que no debería ser orillado.
Por más que los Padres no precisen de valedores, porque el timbre de sus voces se basta a sí mismo, perseverar en su escucha hasta conseguir asimilarlas no es tarea siempre fácil ni al alcance de la mayoría. Cuando alguien se atreve, entonces, a adentrarse en el océano del pensamiento patrístico con intención de acercarlo a un público tan dilatado como heterogéneo, debe pertrecharse bien porque la travesía se anuncia larga sin duda y fastidiosa a veces, aunque placentera siempre. Si el timonel es hábil, el disfrute de la lectura está garantizado y es segura la llegada a buen puerto.
Razones para agradecer a Langa que se haya molestado en migar la ingente producción de los Padres de la Iglesia encapsulándola en 170 voces, cada una de tres páginas de extensión, asequibles a un amplio espectro de lectores. Para hacer el volumen aún más atractivo, San Pablo lo publica con criterios de impresión y encuadernación rayanos en la edición de lujo. Lo prologa, además, Rafael Palmero, obispo de Orihuela-Alicante y autor de la monografía Ecclesia Mater en san Agustín (1970).
Pequeñas monografías
Este libro no es ni una tediosa antología de textos ni un farragoso diccionario, sino un joyero repleto de piezas macizas, brillantes y bien talladas. Lo que comenzó en forma de intervenciones en Radio Vaticano ha sido transformado en pequeñas monografías independientes bellamente escritas y magistralmente expuestas que se leen con sumo gusto. En la presentación que de la obra se hizo en Madrid el 18 de enero, decía Langa que las había concebido como pequeñas dosis para ser bebidas a sorbos.
Aunque ordenadas alfabéticamente, agrupadas por temas, cubren amplios campos de cristología, escatología, eclesiología, liturgia, espiritualidad, moral, sacramentos… Cualquiera que se asome a esta obra quedará sobradamente satisfecho. El exigente experto en patrística apreciará, por ejemplo, que voces como corpus mysticum, exomologesis y fractio panis aparezcan en su fórmula original.
Por su parte, muchos lectores agradecerán la claridad con que el autor expone la doctrina patrística sobre las Bienaventuranzas, la oración, la penitencia o la Eucaristía y podrán así usar las respectivas secciones como lectura espiritual.
Los habituales de aulas y cursos de teología, por su parte, sabrán valorar que la cercanía del estilo no oculte el rigor académico cuando es necesario. Los interesados en aspectos puntuales, como el origen del famoso Causa finita est, el rito y significado de la dedicación de las iglesias o el alcance del Ama y haz lo que quieras agustiniano hallarán en las voces correspondientes información segura y sobrada.
La valía del quehacer teológico de Langa está justa y sobradamente reconocida por muchos que cultivan las parcelas patrísticas, agustinianas, ecuménicas y newmanianas y en las que este agustino viene moviéndose con paso seguro desde hace cuatro décadas. Así, Voces de sabiduría patrística tiene por compañeros una decena de libros y casi cuatro centenares de artículos firmados por él, por no mencionar el millar largo de recensiones y sus colaboraciones en Vida Nueva.
Forjado en las aulas de Comillas y del Instituto Patrístico Augustinianum de Roma –aquí también como profesor–, une a su vasta erudición y a su dilatada experiencia como docente y conferenciante, envidiables dotes de comunicador y un exquisito cuidado del idioma, rasgos todos que otorgan unidad y belleza a su estilo.
De su mano desfilan por estas páginas autores del peso de Agustín de Hipona, Ambrosio de Milán, Cipriano de Cartago, Cirilo de Jerusalén, Eusebio de Cesarea, Evagrio Póntico, Gregorio Magno, Gregorio Nacianceno, Ignacio de Antioquía, Ireneo de Lyon, Isidoro de Sevilla, Jerónimo, Juan Crisóstomo, Orígenes y Pedro Crisólogo. Sin artificios ni cuñas consigue engastar entre tanta voz de hogaño otras procedentes del Concilio Vaticano II y del Catecismo de la Iglesia Católica, así como del cercano magisterio de pontífices tan simpatizantes de la patrística como Pablo VI, Juan Pablo II y, más notablemente, Benedicto XVI.
Mucho pueden ganar las Iglesias del tercer milenio y nada tienen que perder volviéndose hacia los Padres como el adulto lo hace a veces hacia su infancia buscando recuerdos de añorada sencillez. Sabedor de ello, Langa muestra en esta obra una fina sensibilidad por cuestiones actuales de indiscutible envergadura como la Nueva Evangelización, la comunión eclesial, la recepción del Vaticano II, el secularismo y las relaciones interconfesionales.
Al fin y al cabo, los cristianos de hogaño caminamos sobre hombros de gigantes de antaño. Cuando esos gigantes son los Padres de la Iglesia, acercarlos a nuestra pequeñez como lo hacen estas páginas es garantía de calidad; y leerlas, un verdadero deleite.
En el nº 2.793 de Vida Nueva.