Libros

Ya en el principio


Un libro de Enrique Sanz Giménez-Rico (Universidad Pontificia Comillas/San Pablo, 2008). La recensión es de Javier de la Torre.

libro-ya-en-el-ppio

 

Ya en el principio. Fundamentos veterotestamentarios de la moral cristiana

Autor: Enrique Sanz Giménez-Rico 

Edita: Universidad Pontificia Comillas / San Pablo 

Ciudad: Madrid

Páginas: 200 

 

(Javier de la Torre) Si el autor me permitiera poner otro subtítulo al libro Ya en el principio, pondría, sin ninguna duda: La única manera de ver a Dios es escuchar su palabra. Pero esta obra no habla de cualquier palabra, sino de palabras originarias; palabras que nos constituyen y construyen; palabras primigenias que no hablan tanto de tiempos pretéritos, sino de lo que somos profundamente.

De ahí que Enrique Sanz Giménez-Rico, profesor del Departamento de Sagrada Escritura de la Universidad Pontificia Comillas, nos invite con estas páginas a recorrer los textos más bellos y hondos del Pentateuco para escuchar las primeras palabras de Dios.

El Concilio Vaticano II ya alentó a perfeccionar la teología moral nutriéndola con mayor intensidad con la Escritura. Este libro proporciona, sin duda, claves muy sugerentes para comprender la necesidad de una fundamentación bíblica de la moral cristiana. La Escritura, tal como se presenta en estas páginas, constituye un amplio referente de motivaciones y orientaciones, de memorias y recuerdos de humanidad, de discernimientos y de respuestas de amor y de modelos para construir el propio relato de nuestras vidas que no pueden dejar de enriquecer la moral.

El libro está estructurado en tres capítulos. El primero nos conduce a los capítulos iniciales del Génesis (1-11), para encontrar allí lo central del ser humano. Los orígenes no remiten a un tiempo primero, sino a lo fundamental, a lo normativo y esencial para la vida del ser humano. En ese núcleo encuentra el autor una relación con el Creador que lo funda y lo sostiene, un Dios que lo bendice, que establece una alianza con él pero que también se retira, marca límites y crea alteridad. Esta relación de vinculación y alteridad es el trasfondo del tratamiento de otros pasajes como el de la relación varón-mujer (Adán y Eva), la relación entre culturas y naciones (Torre de Babel) y del Decálogo, que es presentado como un camino ofrecido para alcanzar la salvación y la felicidad y como un límite para mantener el don regalado. Es todo lo contrario a un conjunto de preceptos o límites arbitrarios.

Pecado y relación

El capítulo segundo aborda el tema del pecado como ruptura de la relación. El pecado supone alterar, manipular, negar y violentar la palabra, esconder y desviar la mirada. El estudio realizado sobre el significado de la serpiente y la importancia de Caín son muy sugerentes desde esta perspectiva relacional. A pesar del pecado, Dios se pasea tranquilamente junto al ser humano, le mira, le pregunta para suscitar el diálogo, se comunica con él y se hace cercano. El  pasaje del becerro de oro y, en general, el libro del Éxodo sirven al autor para estudiar la propensión de Israel al pecado y al mal. El pecado supone el rechazo de la alianza y, más en concreto, el rechazo de su compañía, de un Dios que quiere caminar junto al pueblo. 

El tercer capítulo nos sitúa en el libro del Deuteronomio, para ofrecernos con algunos de sus textos lúcidos análisis del tema de la misericordia, la justificación y la justicia. En Dt 9,1-10,11 encuentra el autor el trasfondo de la doctrina de la justificación: el Dios que justifica por pura gracia según las promesas juradas a los antepasados a través de la mediación de Moisés cuando el pueblo se reconoce y se muestra como pecador.

El libro está bien escrito y bien estructurado, es muy pedagógico, resume e introduce bien las cuestiones, sirve colateralmente también como introducción a la comprensión del Pentateuco, pero, sobre todo, ayuda a profundizar y enraizar bíblicamente muchos de los conceptos fundamentales de la moral cristiana: gracia, pecado, justificación, ley, libertad, justicia, etc. Pero lo que más resalta de esta honda lectura es que la moral veterotestamentaria no es, como tantos piensan, una moral de preceptos y leyes, sino una moral de bienes centrada en la relación con el otro, el hermano, el esposo, el extranjero, el pueblo. Esto era ya en el principio, ese tiempo que nunca ha sido y que siempre es. Ojalá haya en los próximos años muchos estudios como éste que nos permitan renovar la moral cristiana.

En el nº 2.660 de Vida Nueva.

Actualizado
14/05/2009 | 14:40
Compartir