Los obispos italianos finalizan su Asamblea extraordinaria “firmes en la esperanza” a pesar del “contexto histórico que vivimos”

“Las guerras y, en general, las rivalidades entre individuos, grupos, naciones o bloques de naciones, encuentran un amplio espacio en los medios de comunicación y, en consecuencia, ahondan en la mente y el corazón de las personas”, afirman

El tema de la esperanza fue el hilo conductor de los trabajos de la 78ª Asamblea General Extraordinaria de la Conferencia Episcopal Italiana, que ha tenido lugar en Asís del 13 al 16 de noviembre de 2023 bajo la dirección del cardenal Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia y presidente de el CEI.



“El contexto histórico en el que vivimos parece llevar a pensamientos negativos sobre el presente y el futuro”, dicen los obispos italianos en su declaración final. “Las guerras y, en general, las rivalidades entre individuos, grupos, naciones o bloques de naciones, encuentran un amplio espacio en los medios de comunicación y, en consecuencia, ahondan en la mente y el corazón de las personas”.

Generadores de esperanza

Por ello, “la Iglesia”, coincidieron los obispos, “quiere vivir del espíritu con el que vivió Abraham, según san Pablo: “Él creyó, firme en la esperanza contra toda esperanza, y así llegó a ser padre de muchos pueblos, como le habían dicho: Así será vuestra descendencia” (Romanos 4:18)”. “Es la esperanza la que constituye a la Iglesia en su identidad más profunda, misionera de la paz y de la reconciliación en el mundo. Por eso la Iglesia puede ser a su vez generadora de esperanza”, asevera el documento de la CEI.

“Este mensaje, como se destacó en las distintas intervenciones, se dirige ante todo a las nuevas generaciones, sanas portadoras de grandes ideas y siempre abiertas a noticias positivas”, aseveran. “Preparar este futuro es responsabilidad de cada persona de buena voluntad y la comunidad creyente se siente al frente de este desafío. Al vivir en los suburbios y escuchar el dolor y los deseos de la gente, especialmente de los más pobres, la Iglesia quiere convertirse también en voz de quienes no la tienen. En la aceptación y en la comunión concreta de vida, puede florecer la esperanza de que las cosas puedan realmente cambiar para mejor”.

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