Los religiosos argentinos avanzan hacia un nuevo modo de ser Iglesia

Espíritu sinodal, apertura y complementariedad, transversalidad: los nuevos desafíos que tiene la vida consagrada dentro de la Iglesia, sin perder identidad

Los religiosos argentinos avanzan hacia un nuevo modo de ser Iglesia

Los representantes de los Institutos y Congregaciones Religiosas de la Argentina se reunieron en la Asamblea de la Conferencia Argentina de Religiosas y Religiosos (CONFAR), con la presencia del Nuncio Apostólico Miroslaw Adamcyk y del presidente de la Comisión Episcopal de Vida Consagrada, Carlos Aspiroz Costa, OP.



La oración inicial estuvo centrada en el ícono de la Santísima Trinidad. Las/os religiosas/os se situaron como comensales de una mesa amplia, disponible para todos, en la que nadie se sienta extranjero, y todos puedan encontrar su sitio para llegar, compartir, y para luego volver a salir y contagiar.

Sinodalidad

Un lugar destacado dentro de la Asamblea tuvo la presidenta de la CLAR, Liliana Franco Echeverri, ODN. Acompañó el encuentro e invitó a repensar la vida consagrada a partir de la tercera tinaja de Caná: “Hacia un nuevo modo de ser Iglesia”.

Convocó a asumir la transversalidad en los ámbitos vitales de la sinodalidad, a abandonar “el clericalismo que achica horizontes, propicia y encubre todo tipo de manipulación, que distorsiona la belleza del rostro de una Iglesia Pueblo de Dios”.

En esta primera jornada, Franco destacó a la comunidad que junto a Jesús se concibe servidora, intervocacional y complementaria, con capacidad para que surja lo diverso, y acompañarlo con un corazón dilatado, convocante, y comprometido con los más vulnerables.

Con la convicción de que evangelizar es humanizar, situándose en el ámbito de lo plural, hay necesidad de afirmar la identidad con acciones: salir al encuentro, cruzar fronteras, ser caminantes, mendicantes de sentido, y desde la dinámica trinitaria relacionarse y vincularse con la creación. La finalidad es “saborear el vino bueno de la complementariedad entre generaciones, culturas, vocaciones, estilos y toda diversidad”.

Abrazados a la madre tierra, los religiosos destacaron distintas hebras para ir armando un gran telar:

  • Ser auténticos/as y abrazar la identidad de consagrados/as.
  • Estar donde la vida fluye, clama y reclama presencia.
  • Acercar lo diferente, con los diversos contextos y las posibilidades de acción.
  • Abrir espacios reales de participación hacia la pluralidad.
  • Caminar para salir de las áreas de confort, reconocer y recorrer los propios areópagos.
  • Cuidar que los vínculos se tejan desde la circularidad, sin clericalismos que empobrezcan.
  • Participar sin renunciar a la palabra por miedo al conflicto.
  • Construir contando e integrando las miradas críticas e incómodas; asumir el riesgo de lo nuevo.
  • Orar buscando que la escucha nos lleve a la conversión.

Luego, la CONFAR subrayó la oportunidad que brinda la Asamblea Eclesial de AL y el Caribe para atravesar por el misterio trinitario, desde un proyecto integral que abarca lo personal, comunitario y eclesial, con belleza pluricultural y amor samaritano.

Encuentro y cuidado

La segunda jornada tuvo como desafío recuperar el aire nuevo y hacerse cargo de las heridas provocadas por los escándalos de los abusos en la Iglesia, a menores, adolescentes y adultos vulnerables.

Valoraron el espacio que la asociación ha creado para impulsar, acompañar y concientizar en la prevención de esta problemática. Asimismo, reconocieron el trabajo conjunto con otras organizaciones de la Iglesia (USG, UISG, CLAR, CEA) para cuidar la vida.

Tomando como referencia a Amedeo Cencini, identicaron posibles miradas para el abordaje. Se reconocieron frágiles y avergonzados, pero en camino para acompañar esta realidad y abrir canales de discernimiento, corrección fraterna y buen trato en las comunidades y espacios pastorales.

Luego enumeraron intuiciones y certezas a profundizar responsablemente junto al equipo de prevención:

  • Saber que el silencio no es el camino para abordar la realidad de los abusos.
  • Contar en formación con el apoyo de profesionales, especialmente laicos.
  • Propiciar caminos educativos de prevención y la pedagogía del buen trato.
  • Hacernos cargo de las situaciones de abuso en los institutos y generar espacios de discernimiento.
  • Atender, mas allá de los protocolos, la conversión personal, comunitaria y eclesial.
  • Advertir que los procesos de ocultamiento, generalmente tienen un sustrato ideológico.
  • Concientizarnos que los abusos de poder suelen ser la “antesala” del abuso sexual.
  • Impulsar la evangélica pedagogía de la conducción-animación y de la obediencia.
  • No restar importancia a los modos en el trato y ante los conflictos.
  • Visualizar en la formación inicial lo “germinal” de potenciales corrupciones (que pondría en peligro el futuro acompañamiento al Pueblo de Dios).
  • Dar crédito al presunto delito, luego de verificar la denuncia.
  • Fortalecer los vínculos sanos y la confianza a todo nivel.
  • Efectivizar la prevención, acompañamiento, denuncias, contando con la riqueza sinodal de la interdisciplinariedad.

Conclusiones

Los religiosas/os destacaron que, en medio de la sociedad fragmentada e individualista, la pandemia puso al descubierto también que, paradógicamente, hay numerosos esfuerzos “heroicos por abrazar lo frágil y curar humanidades heridas”.

Sienten y piensan que “que la mejor forma de cuidar la vida es hacer crecer el espíritu sinodal, que cuenta con todos/as, sabiéndonos parte importante de una trama vincular, que nos desafía a abrazar el conflicto”. Aseguraron que desde el innegociable gesto de apertura y complementariedad entrarán en silencio y despojados al “terreno sagrado del corazón humano desde la empatía y la ternura, al modo de Jesús”.

Invocando a María de Caná y a San José pidieron estar atentos al sueño de Dios de cuidar y proteger la vida amenazada.

Noticias relacionadas
Compartir