La opción preferencial por los pobres y la preocupación por el cuidado y la defensa de la Casa común ha configurado el rostro de una Iglesia “en salida”, “pobre para los pobres” y “samaritana”, en un continente marcado por la injusticia social, la corrupción en múltiples niveles, la violencia, y por el impacto de la pandemia del Covid-19, entre tantas otras pandemias históricas.
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En medio de estas, una nueva forma de ser Iglesia fue emergiendo bajo el liderazgo de grandes obispos, religiosos y religiosas, sacerdotes, y laicos y laicas que dieron su vida por los más pobres: Mons. Óscar Romero, Mons. Enrique Angelelli, Mons. Hélder Câmara, Mons. Leonidas Proaño, el P. Rutilio Grande, la Hna. Dorothy Stang, Mons. Alejandro Labaka, la Hna. Inés Arango, el Hno. Vicente Cañas y los jesuitas en El Salvador, son apenas algunos nombres de una larga lista de hombres y mujeres que han dado su vida por amor a los pobres y al Pueblo de Dios.
Consulta y reflexión
De ahí que con sus luces y sombras, avances y retrocesos, este modo de ser Iglesia “en salida”, “samaritana”, “pobre para los pobres” se consolidara en la región y se proyectara a nivel global en el pontificado del papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano. Fruto de un amplio proceso de consulta y reflexión que involucró a obispos, sacerdotes, religiosas y religiosos, laicas y laicos expertos, así como al Equipo de Reflexión Teológico-Pastoral (ERTP) del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño, durante estos cuatro años se ha intentado dar paso a una estructura más flexible, sencilla, ágil, eficiente y pertinente a las necesidades de las conferencias episcopales y del Pueblo de Dios.
