América Latina y el Caribe dice adiós al cardenal Claúdio Hummes, el profeta de la Amazonía. La Iglesia universal, especialmente la que peregrina en el Amazonas, llora la muerte del purpurado brasileño fallecido el 4 de julio a los 87 años.
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Su presencia y persistencia ayudaron a la creación de la Conferencia Eclesial de la Amazonía, signo de una Iglesia encarnada y comprometida y en comunión con el territorio amazónico y con la comunión con la Iglesia universal.
Dom Cláudio se marchó sin hacer ruido, con la humildad franciscana que ha caracterizado siempre su ministerio. “Es un hombre de esperanza y sembrador de esperanza”, que ha hecho “aportes de mérito a la sociedad y a la defensa de los derechos humanos”, tal y como recordaba hace apenas un año el papa Francisco en una carta pública al otorgársele el Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Rosario (Argentina).
Un gran amigo
Hummes pasará a la historia como el hombre que susurró al oído de Francisco unas palabras que han guiado estos nueve años de pontificado. El propio Jorge Mario Bergoglio lo contaba así el 16 de marzo de 2013, solo tres días después de ser elegido, en una audiencia con los 6.000 periodistas que cubrieron el cónclave: “Durante las elecciones tenía al lado al arzobispo emérito de São Paulo y también prefecto emérito de la Congregación para el Clero: un gran amigo. Cuando la cosa se ponía un poco peligrosa, él me confortaba”.
“Cuando los votos subieron a los dos tercios, hubo el acostumbrado aplauso, porque había sido elegido. Y él me abrazó, me besó, y me dijo: ‘No te olvides de los pobres’”, agregó. Por eso, el mejor homenaje que podemos hacerle a Dom Cláudio es, precisamente, no mirar para otro lado ante la urgencia de “la opción preferencial por los pobres”. Su memoria es la semilla de un nuevo mañana para los descartados.
