El Sínodo de la Sinodalidad afronta la fase continental. En esta nueva etapa, todos miran a las asambleas regionales que se realizarán entre febrero y marzo de 2023 en América Latina y el Caribe, con la finalidad de recoger todo en una síntesis para garantizar los aportes de todos los miembros de la Iglesia.
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Del 17 al 20 de marzo se realizará una reunión en la sede del Celam con delegados de cada región para discernir y redactar la síntesis. Del 21 al 23, los secretarios generales de las conferencias episcopales, junto a los presidentes, releerán la experiencia sinodal para propiciar un espacio de validación y aprobación del documento final. Una vez hecha la síntesis, la enviarán a la Secretaría del Sínodo antes del día 31. Será entonces cuando, sobre la base de los documentos finales de las siete asambleas continentales, se redactará el Instrumentum laboris para junio, que será la antesala del primer encuentro mundial en octubre en el Vaticano.
Encuentro personal y comunitario
La sinodalidad es un modo de ser Iglesia, es la forma en la que el Espíritu Santo sopla hoy, haciéndolo con aire profético. Desde el Celam, como ya advertimos en el Documento de renovación y restructuración, “no hay conversión pastoral de la Iglesia, coherente con el Concilio Vaticano II, sin la erradicación del clericalismo”. Por ello, con la mirada puesta en 2033 –Jubileo de la redención–, buscamos ser un organismo “al servicio de las conferencias episcopales que, favoreciendo la comunión y la colegialidad de los obispos, anima el encuentro personal y comunitario con Jesucristo y la sinodalidad de las Iglesias particulares en salida, con opción preferencial por los pobres y el cuidado de la ‘casa común’, para hacer visible el Reino de Dios”.
Por ello, otorgar el protagonismo de la acción evangelizadora de la Iglesia “al Santo Pueblo fiel de Dios”, como viene repitiendo Francisco desde el inicio de su pontificado, es una condición inexcusable.