Obispos suizos advierten de “abusos litúrgicos” después de que una laica concelebrara una misa

El ‘caso Monika Schmid’ ha causado gran revuelo y ha hecho que tres prelados recuerden en una carta que la celebración de la eucaristía está reservada al sacerdote

Eucaristía

Los obispos de las diócesis suizas de Basilea, Chur y San Galo han publicado una carta en la que piden que se respeten las normas litúrgicas relativas a las competencias atribuidas únicamente a los sacerdotes: “Todos sabéis que solo el sacerdote preside válidamente la Eucaristía, concede la reconciliación sacramental y administra la unción de los enfermos”, afirman. Este recordatorio llega en medio de un clima de preocupación tras la concelebración de una eucaristía por una laica comprometida.



Por ello, en respuesta a lo que se ha llamado el ‘caso Monika Schmid’, el obispo de Chur ha advertido que se podría tratar de “abusos litúrgicos” y ha ordenado una investigación canónica preliminar que, junto a la aclaración publicada por los tres obispos, suena como una advertencia a quienes se sienten tentados por las iniciativas litúrgicas.

Los prelados, Felix Gmür (Basilea), Joseph Bonnemain (Chur) y Markus Büchel (San Galo), dirigen su carta especialmente a los agentes de pastoral: “Sabemos muy bien que vuestro trabajo exige a menudo un doble equilibrio. Hay una gran distancia entre aquello por lo que ardéis, vuestra fe personal y la confrontación con todo lo que hace que la Iglesia esté tan dolorosamente detrás del Evangelio”.

Conscientes de las tensiones concernientes al lugar de los laicos y subrayando la distancia con la sociedad, los tres obispos invitan a referirse al proceso sinodal en curso: “Estamos muy agradecidos por el proceso sinodal, que nos muestra una vez más que estamos juntos en camino y que solo juntos podemos ser testigos creíbles de Jesucristo”.

Respetar las normas litúrgicas

A continuación, los tres líderes episcopales recordaron las condiciones de validez de las celebraciones católicas: “El testimonio común requiere formas y reglas comunes. Los obispos recibimos regularmente peticiones y reacciones preocupadas: los fieles tienen derecho a servicios religiosos que respeten las normas y las formas de la Iglesia”.

Tras un desarrollo sobre el carácter universal de la liturgia, los obispos insisten en la organización de la liturgia, sabiendo que estas normas “conciernen en particular a quienes presiden las celebraciones. Todos sabéis que solo el sacerdote preside válidamente la Eucaristía, concede la reconciliación sacramental y unge a los enfermos. Precisamente por eso está ordenado. Esta regla de fe católica romana debe respetarse sin restricciones en nuestras diócesis”.

Defendiéndose de cualquier “clericalismo patriarcal”, recuerdan el sentido de la ordenación sacerdotal, con la convicción de que “los sacerdotes, en el servicio y ejecución de los sacramentos, hacen visible que Jesucristo mismo actúa en y por los sacramentos. Mantienen abierto, por así decirlo, el espacio para la acción de Dios en la liturgia”. La disciplina de la Iglesia católica, señalan los tres obispos, exige “una designación sacramental, es decir, la ordenación, para presidir la celebración de la Eucaristía y rezar la oración eucarística como sacerdote concelebrante”.

Apoyándose en el trabajo de los responsables pastorales, los obispos reconocen, sin embargo, algunas de las demandas de los fieles en favor de una distribución más abierta de los papeles: “Escuchamos las peticiones de muchas personas de poder participar en la liturgia de otras maneras, por ejemplo como mujeres. Sin embargo, os rogamos encarecidamente que no se haga del signo de la unidad, la liturgia, un campo de pruebas para proyectos personales. Precisamente en la celebración mundial de la misma liturgia somos católicos y solidarios entre nosotros”.

Por último, haciendo referencia a la carta apostólica ‘Desiderio desideravi’ del papa Francisco, en la que se insiste en la calidad de las liturgias, los obispos invitan a los católicos a hacer uso de “la diversidad de formas de celebraciones litúrgicas que ofrece la Iglesia. Y aprovechad los lugares de la liturgia como la reflexión, la predicación, la meditación, las intercesiones, los cantos, la música, el silencio, para que podáis aportar vuestra contribución personal”.

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