Pliego
Cuidar la creación: de Laudato si’ a la COP28 de Dubái
Nº 3.345

Cuidar la creación: de Laudato si’ a la COP28 de Dubái

La encíclica Laudato si’ (LS’) del papa Francisco (2015) significó el fruto maduro del magisterio pontificio sobre el grave problema del desequilibrio ecológico, después de que a lo largo de las últimas décadas los papas lo denunciaran y propusieran desde la fe cristiana soluciones certeras en orden a su superación. No es cierto, pues, el comentario que ha vuelto a circular durante estos días aludiendo al retraso con el que la jerarquía eclesiástica se ha manifestado sobre el desequilibrio ecológico.



Atrás quedaba el pronunciamiento de Pablo VI en el lejano 1970, en un discurso a la FAO, que menciona LS’ 4, en el que se pronunciaba con suma claridad de “una posible catástrofe ecológica bajo el efecto de la exposición de la civilización industrial”, reivindicando la “urgencia y la necesidad de un cambio radical en el comportamiento de la humanidad”, porque todo el desarrollo científico y económico necesita ser acompañado de un auténtico progreso social y moral. Hablando así del necesario desarrollo ético que dirija el económico, el Papa apuntaba un elemento fundamental en la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) y que orientaba hacia la propuesta de una “ecología integral”.

Juan Pablo II y Benedicto XVI

Vendría después el rico magisterio de Juan Pablo II, que en dos –‘Sollicitudo rei socialis’ (1987) y ‘Centessimus annus’ (1991)– de sus tres encíclicas sociales –exceptuada ‘Laborem excercens’ (1981)– denunciaba con amplitud el desequilibrio ecológico y hacía un firme y necesario llamamiento a luchar contra él. Sería el propio papa polaco quien introdujera el concepto capital en la enseñanza pontificia de “ecología humana” (‘Centessimus annus’, 38).

Benedicto XVI prosiguió con gran empeño la enseñanza en torno al problema ecológico. Lo dicho en los números 48 a 52 de su encíclica ‘Caritas in veritate’ (2009), además de otras enseñanzas, es el pronunciamiento pontificio de mayor envergadura sobre la materia hasta Laudato si’. Entre esas enseñanzas, el memorable discurso en el Parlamento alemán, el 22 de septiembre de 2011, “Ecología del hombre, ecología del medio ambiente”, en que, de modo llamativo, evocando con ardor el ecologismo que irrumpía a partir de los años 70 en la política alemana (‘Die Grünen’), manifestaba su deseo de afrontar otra cuestión demasiado olvidada: la ecología del hombre. Este tiene también una naturaleza que no puede manipular a su antojo y su creatividad es justa cuando la respeta, entonces se acepta a sí mismo como es y realiza auténticamente su libertad. La enseñanza intensa de Benedicto XVI le valdría el título de “Papa verde”. Laudato si’ le citará 32 veces.

Reflexión teológica

Mientras tanto, como veremos, muchos episcopados hacían pública su enseñanza sobre el problema y la reflexión teológica desarrollaba su estudio propio, como en España, por ejemplo, hacía con brillantez, hace cerca de cuarenta años, J. L. Ruiz de la Peña. La aparición de Laudato si’ significó un impulso poderoso al trabajo de la teología, con abundantes comentarios al documento pontificio y la multiplicación de congresos, encuentros de estudio, seminarios, etc. en tantas iglesias sobre el pensamiento cristiano ante la ecología.

La encíclica de Francisco, dedicada monográficamente al problema, fue, pues, un punto de llegada en la DSI tras un notable camino recorrido, y sería saludada con elogios desde ámbitos lejanos al cristianismo en los que no se esperaba que la Iglesia católica pudiera ser ya factor de inspiración para la sociedad contemporánea. Dado lo completo del estudio de la crisis ecológica y la formulación amplia y precisa de la propuesta cristiana en orden a su superación, se pudo pensar que Francisco había consignado lo que podía decir al respecto, aunque en pronunciamientos más ocasionales reiterara lo expuesto en la encíclica. Empero, sobre el problema ecológico y el deber cristiano de cuidado de la creación aparecía en octubre pasado un nuevo documento, lo que vino a corroborar la honda preocupación del Papa sobre el asunto y su firmeza personal al reiterar una enseñanza sobre algo que en su convicción presenta la mayor gravedad.

‘Laudate Deum’

La exhortación apostólica ‘Laudate Deum’ (LD) asume y prolonga algunos aspectos de LS’, mencionando ciertas instancias éticas, en menor medida la fundamentación teológica de la enseñanza y, sobre todo, lo hace para ampliar el análisis sobre el cambio climático que aparece en el título de la exhortación y que en la encíclica era mencionado como un factor más del desequilibrio ecológico. Es obvio que el nuevo documento se vincula a los trabajos de la Cumbre de Dubái sobre el cambio climático, inaugurada el pasado 30 de noviembre y a la que Francisco contaba con asistir en lo que hubiera sido un gesto, además de novedoso, comprometido por su parte, dada la baja eficacia de estas cumbres, necesarias, pero siempre vistas con mucho escepticismo. El mismo Papa lo señalaba en LS’ (nn. 166 ss) y lo ha vuelto a decir con más detalle en LD (nn. 44-52).

De no haberse anulado su participación por problemas de salud, hubiera sido la primera vez que un Pontífice asistiera a un encuentro que –auspiciado por la ONU– se celebra todos los años. Y se hubiera manifestado el deseo y la esperanza del propio Francisco de que este de Dubái –la vigésimo octava cumbre–, considerado el más importante de los celebrados hasta ahora –con el mayor número de inscritos, unos 80.000– y en un momento ya muy crítico en relación al cambio climático, suponga un avance importante y necesario. Es evidente que su no asistencia por los motivos reseñados no restaba nada al interés del Pontífice hacia el problema y la Cumbre. En el nº 59 de LD sostenía que, si se deseaba que esta COP28 fuera histórica, que nos honrara como seres humanos, habían de darse compromisos vinculantes de transición energética, y ese era, sin duda, el deseo y la esperanza de Francisco.

Discurso a la Cumbre

Algún experto en el problema del cambio climático manifestó que la presencia del Pontífice podía servir de impulso en las negociaciones en una dirección justa. En su discurso a la Cumbre –que finalmente leyó el secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin–, sin aportar novedades cualitativas, como es comprensible, destaca el tono vibrante del primer párrafo, vuelve la denuncia del ansia de producir y poseer y de la defensa de los intereses empresariales, se amplía la defensa del multilateralismo y la necesidad de nuevos estilos de vida, y se desea la mejor fortuna a los trabajos de la Cumbre, para terminar con una evocación, breve y conmovedora, a Francisco de Asís, no presente así en las numerosas referencias al santo de LS’.

Aunque no es descartable que el papa Francisco vuelva a pronunciarse sobre el desequilibrio ecológico y la propuesta cristiana al respecto, se puede pensar que Laudato si’ y ‘Laudate Deum’ más el discurso de Dubái constituyen lo decisivo de su magisterio sobre un asunto de evidente gravedad. Por ello, cabe señalar ya los puntos nodales de su enseñanza sobre la crisis ecológica que en el conjunto del mismo magisterio de Francisco ocupa un lugar de primer orden, en intensidad y en extensión. En esta enseñanza, es evidente que Laudato si’ –un texto espléndido en el que colaboró un grupo notable de filósofos, teólogos y científicos– traza el marco y los contenidos esenciales sobre los que los desarrollos puntuales de la exhortación apostólica ‘Laudate Deum’ y, en menor media, del discurso de Dubái configuran su magisterio y enriquecen la Doctrina Social de la Iglesia acerca del problema ecológico. (…)

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Índice del Pliego

VIVA PREOCUPACIÓN POR EL DESEQUILIBRIO ECOLÓGICO

LA FUNDAMENTACIÓN CIENTÍFICA DEL DIAGNÓSTICO DE LA CRISIS: FACTORES PRINCIPALES

RAÍZ DEL DESEQUILIBRIO: UN ANTROPOCENTRISMO EXACERBADO Y EL PARADIGMA TECNOCRÁTICO

LA NUEVA COMPRENSIÓN NECESARIA: PRECEDENCIA DEL DON

DESARROLLO DE UNA NUEVA ESPIRITUALIDAD

DEL “TODO ESTÁ CONECTADO” A LA ECOLOGÍA INTEGRAL

OTRA POLÍTICA INTERNACIONAL

MANTENER VIVA LA ESPERANZA

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