No soy sociólogo, ni aporto datos científicos contrastados ni estadísticas actuales de la fenomenología cultural, social y ética imperante. Sin embargo, observo el cambio que se ha dado desde la obediencia a los padres y seguir los consejos del confesor y del director espiritual, a la emancipación generacional, a los ejercicios de autoayuda, a las terapias psicológicas o a los recursos terapéuticos. Actualmente, se diluye la referencia trascendente, e impera el derecho de la persona casi como absoluto, a veces totalmente subjetivo. Hoy crecen los métodos intimistas, los movimientos asociativos, sin compromisos permanentes ni vinculantes. Mas no por ello se demuestra mayor satisfacción interior.
- Pliego completo solo para suscriptores
- PODCAST: La fe no entiende de síndromes
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Según diferentes informaciones, a la hora de reflexionar sobre la cultura ambiente, y de manera más concreta sobre la generación más joven, se encuentran datos dolorosos derivados de la tristeza, el vacío y la desesperanza que sufre. En amplios sectores crece la insatisfacción, derivada de huir de opciones estables, maduras, serenas, responsables y definitivas, y son muchos los que quedan secuestrados por el consumismo.
Es posible que no acierte a diagnosticar el momento presente. Desde mi servicio de escucha observo el desaliento, no solo en la sociedad civil, sino también en los presbiterios y –como señala el Papa– deriva, en el mejor de los casos, en un activismo consolador. “El trabajo es a veces una distracción para no entrar en desolación. Pero la desolación es un poco también el punto de encuentro con Dios. Es precisamente la aceptación de la desolación que viene del silencio, del ayuno de activismo y de palabras, del valor de examinarnos con sinceridad, exactamente allí, donde todo adquiere una luz y una paz que no se apoyan en nuestras fuerzas y capacidades” (Francisco, ‘Simposio Por una teología fundamental sobre del sacerdocio’, 17 de febrero de 2022). De alguna manera, cabe extender esta observación a distintas profesiones. Ha aparecido un nuevo síndrome: el ‘burnout’ o síndrome del profesional quemado, que padecen los trabajadores de la medicina, los cuidadores de ancianos, de personas dependientes, los educadores…
Un riesgo
En estas circunstancias, el papa Francisco observa un riesgo: “La vuelta a lo sagrado y las búsquedas espirituales que caracterizan a nuestra época son fenómenos ambiguos. Más que el ateísmo, hoy se nos plantea el desafío de responder adecuadamente a la sed de Dios de mucha gente, para que no busquen apagarla en propuestas alienantes o en un Jesucristo sin carne y sin compromiso con el otro. Si no encuentran en la Iglesia una espiritualidad que les sane, les libere, les llene de vida y de paz al mismo tiempo que les convoque a la comunión solidaria y a la fecundidad misionera, terminarán engañados por propuestas que no humanizan ni dan gloria a Dios” (EG 89).
Desde una observación sociológica y pastoral, según Armando Matteo, cabe considerar “el destino de la fe en la sociedad de la eterna juventud” (‘Convertire Peter Pan. Il destino della fede nella società dell’eterna giovinezza’, Ed. Áncora, Milán, 2021). “Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?” (Lc 18, 8). A través de un análisis certero, Matteo –nombrado por el papa Francisco secretario de la Sección Doctrinal del Dicasterio para la Doctrina de la Fe– hace una llamada a los pastores para acoger a la generación que vive o sufre el complejo de Peter Pan porque no quiere envejecer. “Pese a que muchos de sus integrantes estén en las franjas de edad de los 40, 50 y 60, insisten en comportarse, también en el vestir, como los jóvenes. Todos quieren vivir una eterna juventud. No es casual que ese ‘eterno joven’ sea, además, un convencido individualista, por no decir narcisista, un apelativo que está de moda”, señala Matteo.
Buen samaritano
Para atraer a Peter Pan, hay que ser un buen samaritano. Es necesario amar a Peter Pan. Debe haber una verdadera amistad, concreta, basada en gestos particulares. “Es nuestra alegría de adultos y de creyentes, felices de serlo, el movimiento justo para convertir a Peter Pan de su ilusión de un solitario goce infinito. En verdad, solo quien ama disfruta, solo quien sabe hacer feliz disfruta, solo quien da disfruta”.
Estas últimas frases traen a la memoria la llamada profecía del papa Benedicto XVI sobre la Iglesia, cuando hace más de 50 años predijo: “Pero tras la prueba de estas divisiones surgirá, de una Iglesia interiorizada y simplificada, una gran fuerza, porque los seres humanos serán indeciblemente solitarios en un mundo plenamente planificado. Experimentarán, cuando Dios haya desaparecido totalmente para ellos, su absoluta y horrible pobreza. Y entonces descubrirán la pequeña comunidad de los creyentes como algo totalmente nuevo. Como una esperanza importante para ellos, como una respuesta que siempre han buscado a tientas” (Joseph Ratzinger, 1969).
Es posible que el fenómeno de no desear envejecer se juzgue con frivolidad, desde el podio de la moralidad, sin percibir el sufrimiento que arrastran, el vacío que experimentan, la ansiedad que les acosa, la insatisfacción que les corroe, y la búsqueda que proyectan los que padecen el complejo de Peter Pan. Ricardo Cunha, en su artículo “Ecología en tiempos de Peter Pan”, presenta una respuesta pastoral: “Hay que liberar a los adultos del mito de la eterna juventud y dar cabida a lo que Armando Matteo llamó ‘el hombre manso’. La mansedumbre es expresión de madurez y es capaz de ‘convertir toda esa potencia de la vida, esa libertad, ese sentimiento de disponibilidad de la propia existencia y sobre la propia existencia”. Fernando Prado, obispo de San Sebastián, recomendaba en la homilía de la fiesta de la ciudad la técnica del boxeador: “Es mejor dar que recibir”. (…)
Pliego completo solo para suscriptores
Índice del Pliego
INTRODUCCIÓN
LA CONVERSIÓN DE PETER PAN
SENSIBLES Y HERIDOS
CONCIENCIA DE DEBILIDAD
TENTACIONES Y RESISTENCIAS
BÁLSAMO EN LA HERIDA
EL ACEITE DEL PERDÓN
NECESIDAD DEL PERDÓN
CONFESAR LA MISERICORDIA DIVINA
SABIDURÍA PARA RECORRER EL CAMINO
QUIEN PERDONA SE CURA
MEMORIA AGRADECIDA DEL PERDÓN RECIBIDO