Pliego
Portadilla del Pliego, nº 3.384
Nº 3.384

El ser humano no tiene precio porque tiene dignidad

Los pianos de cola tienen una tapa superior que se puede abrir, de manera que los sonidos producidos por las cuerdas salen al exterior sin barreras de ningún tipo. Podríamos decir que los pianos de cola tienen una especie de apéndice, unido a su cuerpo principal, como lo tienen también los vestidos de novia. Digo todo esto porque la manera inglesa de denominar al piano de cola podría ser una buena metáfora de uno de los paradigmas reinantes y condicionantes de la moderna sociedad.



En efecto, mientras en la mayoría de los idiomas (francés: ‘piano à queue’, italiano: ‘picaforte a coda’, portugués: ‘piano de cauda’, catalán: ‘piano de cua’, alemán: ‘konzertflügel’) este piano se califica como de cola, en inglés se llama ‘grand piano’. A este respecto, el filósofo y ensayista surcoreano Byung-Chul Han ha notado que “los ingleses no perciben la bella forma arqueada del piano de cola sino solo su tamaño”.

Para comentar a continuación: “En su esencia, este idioma es una lengua económica. Por eso, en nuestro mundo, atravesado de arriba abajo por la economización, todos hablamos exclusivamente inglés. Ahora entenderán porque amo tanto el idioma alemán. No es una lengua económica, sino plenamente poética”.

persona en lo alto de montaña

Evidentemente, las lenguas no son ni económicas ni poéticas, pero es posible atribuir determinados estereotipos a algunas lenguas: la filosofía al griego, la teología al latín y la economía al inglés. En nuestro mundo el inglés se ha convertido en la lengua franca porque es aquella en la que se hacen los grandes negocios y en la que se entienden todos los que manejan el dinero.

Individualismo y fraternidad

Aunque nuestro papa Francisco también sabe utilizar buenas imágenes, cuando se refiere a las tendencias del mundo actual que obstaculizan seriamente el desarrollo de la fraternidad universal no se anda con rodeos. Según el Papa, todas estas tendencias contrarias a la fra­ternidad pueden resumirse en una palabra estrechamente relacionada con una ideología: individualismo, resultado de una mentalidad económica liberal, que conduce a pensar solo en los propios intereses y utilizar a los demás en mi propio provecho. El individualismo “no nos hace más libres, ni más iguales, ni más hermanos”, y es “el virus más difícil de vencer”.

La economía, que rige la política del mundo moderno, está fundamentada en esta ideología individualista: todo se orienta al propio provecho, solo importan las ganancias. Todo tiene un precio, el precio es el baremo de lo que vale y de lo que no vale. También las personas tienen un precio. Por eso hay personas “descartadas, inútiles”, porque no valen nada, ya no sirven, no son productivas, son un estorbo para la economía.

Eutanasia y paliativos

Y eso hasta el punto de que como resulta menos gravoso económicamente matar a algunos enfermos que cuidarlos y mantenerlos en vida, hay legislaciones que favorecen la muerte de esos enfermos costosos y nada rentables. La salud tiene un precio muy alto. Y el suicidio uno muy bajo. El coste de las drogas necesarias para practicar una eutanasia o suicidio asistido a un paciente es del orden de los 35-40 dólares, mientras que el coste promedio de los cuidados paliativos hasta el final de la vida se sitúa entre los 35.000-40.000 dólares.

Cuidados paliativos

Decir que la persona no tiene precio porque tiene dignidad es situarse en un paradigma distinto y, en ocasiones, opuesto al paradigma tecnocrático e individualista. En este nuevo paradigma, donde la dignidad es el criterio de valoración, no importa el precio, sino el ser. La cantidad, la utilidad, no son medidas apropiadas para valorar al ser humano, sino otras que se sitúan en un terreno que está más allá de lo medible; otras medidas en las que no hay escala de comparación porque cada ser humano vale por sí mismo.

Únicos e insustituibles

Y no puede ser sustituido ni equiparado por ninguna otra cosa, por ningún otro ser. Cada uno es único e insustituible, por tanto, su valor es infinito. Kant comparaba las cosas que tienen precio a lo que “se eleva sobre todo precio y, por lo tanto, no permite ningún equivalente”, a saber, los seres humanos que poseen dignidad.

Dignidad es, pues, lo que no se puede comprar ni cambiar, lo que no puede servir de medio para ningún fin externo a sí mismo, lo que es valioso por sí mismo y no por su utilidad. En esta línea, el Concilio Vaticano II se refería al hombre como la “única criatura a la que Dios ha amado por sí mismo” (GS 24), por lo que es y no por lo que tiene o por lo que sirve.

Antonio Machado, aunque sin emplear el término dignidad sino uno prácticamente equivalente, dice: “Por mucho que un hombre valga, nunca tendrá valor más alto que el de ser hombre… Solo el necio confunde valor y precio”.

Precio y valor

Si es cierto el diagnóstico economicista de nuestra sociedad, uno se pregunta si el mundo está lleno de necios. Podríamos darle un sentido positivo que sirva como advertencia para todos, a saber: todos conocemos el precio de todo, pero muchos ignoramos su valor. Sobre todo, el valor de las cosas verdaderamente decisivas, porque esas no tienen precio, aunque les atribuyamos uno. Tiene precio el colegio al que mando a mi hijo, pero no tiene precio la buena educación; tiene precio el vestido de boda, pero no tiene precio el amor.

Manos Amarradas

Lo verdaderamente valioso no tiene precio y cuando se lo ponemos, lo destruimos.

Pero no nos desviemos de nuestro tema y de su palabra más representativa y clave. La dignidad no es algo que se adquiere, es algo que se tiene; cada uno la recibe con el ser y la vida. Eso significa que cada ser humano vale por sí mismo, que no es intercambiable con nada ni con nadie, precisamente porque es único.

Cada ser humano tiene un valor absoluto, dice Tomás de Aquino: “La dignidad es algo absoluto y pertenece a la esencia de la persona” (‘Suma’ I,42,4, ad 2); cada persona es algo nuevo; con cada nacimiento todo vuelve a empezar. Puesto que “cada persona tiene valor por sí misma, nadie tiene derecho sobre otra persona”. Más que derecho, lo que tenemos ante los otros es responsabilidad, la responsabilidad de tratarlos como seres con valor intrínseco, y responder de ello en caso de no hacerlo. (…)

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Estas páginas reproducen la conferencia que el autor pronunció el pasado 5 de septiembre en la Sala O_LUMEN de Madrid, en la inauguración del curso 2024-25 de la Escuela de Teología por Internet (ETI) de los dominicos.

Índice del Pliego

‘GRAND PIANO’, METÁFORA DE UNA SOCIEDAD ECONOMICISTA

EL SER HUMANO NO TIENE PRECIO PORQUE TIENE DIGNIDAD

FUNDAMENTO TEOLÓGICO DE LA DIGNIDAD HUMANA

LA INVIOLABILIDAD DE LA PERSONA

A LA LUZ DE LA ENCARNACIÓN Y LA REDENCIÓN

LA DIGNIDAD HUMANA, VALOR PREVIO Y SUPERIOR

APORTACIÓN DEL PAPA FRANCISCO. LLAMAR A LAS COSAS POR SU NOMBRE

LA DIGNIDAD COMO LLAMADA

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