Pliego
Portadilla del Pliego, nº 3.373
Nº 3.373

En el milenario de la muerte de san Enrique II

Enrique II es el bisnieto de Enrique I, fundador de la famosa dinastía de los Otones del Sacro Imperio Romano Germánico y último vástago de una descendencia de enorme influencia en su tiempo. Con él alcanzó el poder la línea secundaria bávara de la dinastía, sin la que resulta imposible entender el devenir europeo.



En estas páginas tendremos ocasión de mostrar la trascendencia de Enrique II en variados aspectos de su tiempo y su honda repercusión en la historia del arte. Dejando a un lado muchos pormenores, que merecerían un libro, nos centraremos en algunos aspectos bien significativos de su trayectoria política, religiosa y artística.

Poder y piedad

Las particularidades de su vida resaltan las múltiples repercusiones de un soberano que fue acrecentando su poder a la vez que intensificando su piedad, culminando una existencia orientada siempre hacia la gloria de Dios. Mantuvo una relación ejemplar con la Iglesia, promoviendo la paz en sus vastos territorios y dedicando su actividad al bienestar de sus súbditos. Se sentía “servidor en la casa de Dios”, administrador de su herencia.

Formó un matrimonio ejemplar con su esposa y supo llevar con la dignidad debida el no poder tener hijos, hecho que a lo largo de la historia ha tenido diversas interpretaciones. Mostró una gran pasión por la cultura y el arte.

Códices miniados

Gran amante de los libros, se hizo famoso por sus códices miniados, que se encuentran entre los más bellos nunca realizados. Eligió los más grandes ‘scriptoria’ –el de San Emmeram en Ratisbona y el de la isla de Reichenau, ambos en Alemania– para encargar sus códices, todos ellos de signo espiritual, que se han acreditado por su gran calidad. Sus donaciones siempre tuvieron el mismo destino: catedrales, abadías e iglesias, así como algunos personajes significativos de ellas.

Cristo corona al emperador y a la emperatriz, presentados por san Pedro y san Pablo

Cristo corona al emperador y a la emperatriz, presentados por san Pedro y san Pablo

Desgraciadamente, algunos de sus preciados tesoros se han perdido y otros se encuentran esparcidos en distintos lugares para los que originalmente fueron concebidos. Para terminar, presentaremos la conciencia religiosa que tuvo el monarca de sí mismo, siempre en íntima unión con la Trinidad, Jesucristo y la Iglesia.

No se puede comprender a fondo su biografía si prescindimos de sus primeros avatares, los que irían forjando paulatinamente su personalidad. Había nacido el 6 de mayo del 973, muy posiblemente en Bamberga o Hildesheim, bellísimas ciudades alemanas que hoy siguen manteniendo sus encantos.

Niñez sobresaltada

Sus padres fueron Enrique II el Pendenciero, duque de Baviera, y Gisela, hija del duque Conrado de Borgoña. Tuvo una niñez un tanto sobresaltada, debido a los conflictos políticos de su progenitor, de quien heredó el ducado a su muerte en el 995, cuando solo contaba 22 años. Venciendo la oposición de otros candidatos y después de no pocas sangrientas contiendas, en el año 1002 sucedió como rey de Alemania a su primo Otón III, muerto repentinamente a los 22 años.

En 1004 se ciñó en Pavía la corona de hierro del Reino de Lombardía, aunque su autoridad en Italia fue aún precaria durante una década. Con decisiones exitosas durante el período siguiente, consolidó su posición y, en 1014, el papa Benedicto VIII le consagró en Roma como emperador del Sacro Imperio Romano, llegando al cénit su poder terrenal, que conservó hasta su muerte en 1024. Antes de abandonar Italia, tomó medidas administrativas para consolidar su influencia sobre Lombardía, una región de especial relevancia para sus planes.

Fracasó en su intento de conquistar Polonia en 1015, pero tres años después la presión de los rusos sobre este país obligó al duque Boleslao a firmar un tratado de paz. En 1018 consiguió la sumisión de Lorena y asumió la soberanía sobre Borgoña. Un año más tarde, fue consagrada la catedral de Basilea, en cuyos fastos estuvo presente.

Sede de Bamberga

En abril de 1020, Benedicto VIII –con quien mantenía una buena amistad– viajó a Alemania, confirmó en Fulda la fundación de la sede de Bamberga y consagró su catedral, que dispuso bajo la especial protección papal. Pero el principal motivo de la visita del pontífice era pedir ayuda al emperador contra los bizantinos asentados en el sur de Italia y que hacían peligrar el papado. Enrique II participó en una expedición bien calculada contra ellos con un resultado ambivalente, del que hablaremos más tarde.

No cabe duda de que tuvo sus pecados, algunas veces aumentados por los historiadores, aunque siempre trató de mantenerse en la ecuanimidad. No se le conocieron infidelidades hacia su esposa, con la que mantuvo un matrimonio ejemplar, a pesar de la propagación de algunas maldades; una de ellas, que tiene que ver con la calumnia de la infidelidad de su esposa, aparece relatada en los relieves del sepulcro.

Debilidades políticas

Sus debilidades tuvieron que ver más con la política, ya que en ocasiones fue cruel en la lucha contra sus enemigos. La historia conoce sus ocasionales brutalidades y no merece la pena entrar aquí en ellas, ya que estas páginas quieren ser, sobre todo, laudatorias.

San Enrique, sentado en su trono de emperador, sosteniendo el globo terráqueo

San Enrique, sentado en su trono de emperador, sosteniendo el globo terráqueo

Entrado 1024, el emperador enfermó y pronto murió, finalizando así la dinastía de los emperadores sajones. Le sucedió Conrado III, con el que comienza el nuevo ciclo de los soberanos sálicos como la historia bien conoce.

Fue enterrado en la catedral de Bamberga; más tarde, sus restos fueron trasladados a la catedral de Basilea, una ciudad también muy querida. Pero, como no podía ser de otra manera, regresaron los restos a Bamberga, donde actualmente descansan junto a los de su esposa.

Santo en 1146

En el siglo XV la ciudad construyó para la real pareja un bellísimo mausoleo, obra del mejor escultor del renacimiento alemán, Tilman Riemenschneider. Fue canonizado por el papa Eugenio III en 1146, más de un siglo después de su muerte, y, décadas más tarde, en 1200, también lo fue su esposa. (…)

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Índice del Pliego

INTRODUCCIÓN

I. DATOS PRINCIPALES DE SU VIDA

II. SU POLÍTICA RELIGIOSA

III. SU MATRIMONIO CON CUNEGUNDA

IV. CONCILIACIÓN Y CONSOLIDACIÓN ECLESIALES

  • Bamberga

V. LA INTERVENCIÓN FINAL EN ITALIA

VI. EL ARTE

  1. El ‘Antipendio de Basilea’
  2. El ‘Libro de las Perícopas’ de Enrique II
  3. El ‘Sacramentario’ de Enrique II
  • El emperador Enrique II
  • El evangelista Marcos

VII. LA CONCIENCIA POLÍTICO-RELIGIOSA DEL MONARCA

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