ÁNGEL APARICIO, CMF | El próximo día 22, Miércoles de Ceniza, dará comienzo la Cuaresma, tiempo de postrarse silenciosos y sobrecogidos ante el misterio de la muerte; pero también un camino hacia la Pascua. A punto de emprender la travesía cuaresmal, estas páginas nos invitan a entonar el Salmo 22, con sus gritos de muerte y de gloria. Y lo hacemos con el salmista, con Jesús y con cuantos, a modo de oración, hallan en sus palabras desahogo y esperanza. “¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?”, clamó el propio Jesús en la cruz, haciendo suyo así el salmo de nuestra meditación, que, desde entonces, será para siempre el de todo mortal. [Gritos de muerte y de gloria: “¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado?” – Extracto]
Pliego íntegro, publicado en el nº 2.789 de Vida Nueva.