El papa Francisco, con la fuerza de su testimonio y sus palabras en la exhortación apostólica ‘Evangelii gaudium’ (EG), nos desafía a una “conversión pastoral y misionera” que debe permear cada rincón de nuestra vida eclesial. Esta invitación no es solo una llamada a la acción, sino un despertar espiritual que exige una transformación interna y profunda.
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La alegría misionera, esa que nace del encuentro personal con Jesucristo, es el motor que puede transformar nuestras expresiones de piedad popular en verdaderos focos de evangelización. Como dice el Papa en ‘Evangelii gaudium’, “la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús” (EG 1). Esta alegría no puede quedarse encerrada en nuestros templos y procesiones; debe salir al encuentro de todos, especialmente de aquellos que están alejados de la fe.
La teología de la misión nos enseña que la Iglesia es, por naturaleza, misionera. Esta convicción encuentra sus raíces en las enseñanzas de Jesucristo y ha sido reafirmada por la tradición y el magisterio de la Iglesia a lo largo de los siglos.
Naturaleza misionera
El Concilio Vaticano II, en su decreto ‘Ad gentes’ (AG), nos recuerda que “la Iglesia peregrina es, por su naturaleza, misionera” (AG 2). Esta afirmación no es un añadido a nuestra fe, sino una descripción de su esencia. Las cofradías y hermandades, como parte integral de la Iglesia, comparten esta identidad misionera. Es necesario redescubrir esta dimensión y hacerla central en todas sus actividades.
El concepto de conversión misionera está profundamente arraigado en la naturaleza misma de la Iglesia y en su misión esencial de llevar el Evangelio a todos los rincones del mundo. En la encíclica ‘Redemptoris Missio’ (RM), el papa Juan Pablo II subraya la urgencia de esta misión, recordándonos que “la misión de la Iglesia deriva de la misión del Hijo y de la misión del Espíritu Santo, según el designio de Dios Padre” (RM 23). Esta misión no es simplemente una tarea entre muchas otras, sino el núcleo de lo que significa ser Iglesia. En este sentido, la conversión misionera implica una reorientación total de nuestra vida y actividades hacia esta finalidad primordial.
Potencial evangelizador
La Conferencia Episcopal Española (CEE), en su documento ‘La Iglesia en España. Pueblo de Dios en comunión’, nos invita a reconocer el potencial evangelizador de la religiosidad popular. No se trata de añadir nuevas tareas, sino de infundir un espíritu nuevo en las actividades ya existentes.
Es una llamada a dejarse transformar por la misión, a salir de nuestras zonas de confort y a caminar con valentía hacia las periferias existenciales. Este impulso misionero debe animar todas nuestras acciones, desde las procesiones hasta las obras de caridad. No podemos quedarnos en una religiosidad que se mira a sí misma; debemos abrirnos al mundo con la alegría del Evangelio.
La religiosidad popular, en su diversidad de expresiones, es un terreno fértil para la evangelización. El ‘Documento de Aparecida’, resultado de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (2007), destaca la importancia de la piedad popular como “un lugar de encuentro con Jesucristo” (DA 258).
Poderosa herramienta
Esta riqueza espiritual, cuando se orienta bien, puede convertirse en una poderosa herramienta misionera que lleva el mensaje de salvación a los corazones de todos los pueblos. Las cofradías y hermandades, con su capacidad de movilizar a grandes multitudes, juegan un papel fundamental en esta labor.
En el corazón de la religiosidad popular, encontramos una vivencia profunda de la fe que trasciende las estructuras formales de la Iglesia. El papa Francisco, en sus numerosas catequesis y homilías, ha subrayado que estas expresiones de piedad popular no deben ser subestimadas ni vistas con condescendencia. Al contrario, representan una reserva espiritual que puede enriquecer a toda la comunidad eclesial. Las procesiones, peregrinaciones y fiestas religiosas son momentos privilegiados en los que la fe se hace tangible y donde el encuentro con Cristo se vuelve palpable.
“Iglesia en salida”
‘Evangelii gaudium’ también nos invita a contemplar la piedad popular como un espacio en el que se manifiesta la acción del Espíritu Santo. En su alegría y espontaneidad, estas manifestaciones de fe reflejan una “Iglesia en salida”, una Iglesia que se hace cercana a las realidades cotidianas del pueblo. El papa Francisco nos recuerda que “la piedad popular tiene mucho que enseñarnos” (EG 126). Es en estas expresiones donde se percibe la creatividad del Espíritu, que actúa de maneras inesperadas y transformadoras.
El Vaticano, a lo largo de los años, ha producido numerosos documentos y reflexiones sobre la piedad popular y su valor para la evangelización. La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en su ‘Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia’ (DPPL), destaca que “la piedad popular es una manifestación genuina de la fe de la Iglesia” (DPPL 9). Esta piedad, cuando es auténtica, conduce a una mayor participación en la vida sacramental y comunitaria, y fomenta una profunda conversión personal y comunitaria.
El papa Francisco, en su homilía durante la celebración de la fiesta de la Presentación del Señor, instó a los fieles a “ser luz para iluminar a las naciones” (Lc 2, 32), recordándonos que la misión no conoce fronteras. Las cofradías y hermandades deben llevar esta luz a todas partes, especialmente donde reina la oscuridad de la indiferencia y el olvido. Como Jesús enseñó, “vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5, 14), una provocación que debe resonar en cada acción misionera de la piedad popular.
“Discípulos misioneros”
El ‘Documento de Aparecida’ nos desafía a ser “discípulos misioneros” (DA 14), recordándonos que cada bautizado tiene una misión evangelizadora. Este llamamiento es un reto para las cofradías, que deben ver más allá de sus tradiciones y procesiones, buscando siempre formas nuevas y creativas de acercar el Evangelio a las personas. Jesús mismo nos dejó un mandato claro: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16, 15), una misión que debe ser el corazón de cada expresión de religiosidad popular.
El papa Francisco, en ‘Evangelii gaudium’, nos exhorta a una conversión pastoral y misionera. En sus palabras: “Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se conviertan en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación” (EG 27). Esta visión desafía a las cofradías y hermandades a repensar sus actividades y estructuras a la luz de la misión evangelizadora, haciendo de la proclamación del Evangelio el centro de todo lo que hacen. (…)
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Índice del Pliego
“VOSOTROS SOIS LA LUZ DEL MUNDO” (Mt 5, 14)
MISIÓN COFRADE
SEIS LÍNEAS DE ACCIÓN
- Procesiones como encuentros evangelizadores
- Formación continua y compromiso misionero
- Proyectos de caridad con rostro misionero
- Colaboración con misioneros ‘ad gentes’
- Testimonios y narrativas de conversión
- Procesiones en lugares especiales: llevando el Evangelio al corazón de la necesidad
LA DIMENSIÓN MISIONERA
LA CARIDAD EN LA RELIGIOSIDAD POPULAR
EL CAMINO MISIONERO NO ES FÁCIL