Pliego
Portadilla del Pliego nº 3.164
Nº 3.164

La espiritualidad del discípulo “secundario”

Buscamos modelos e identificaciones. Cantantes, actores y actrices, deportistas o incluso alguna activista medioambiental se convierten en objetos de culto idolátrico. En el fondo, ponerse como espejo a ejemplos limitados causa insatisfacción. Solo Dios merece ser adorado. Solo él puede llenar de extraña felicidad nuestras expectativas. Eso lo sabemos, por lo menos, teóricamente. Pero, reconozcámoslo, si no tenemos cerca a actores o a gente destacada, nos buscamos sucedáneos en líderes con sello propio o en personas que cuentan con aceptación y cierta atracción. ¿Qué sucede? Que, cuando nos damos cuenta de que son de ‘pasta’ como nosotros, se nos cae “el mito” y quedamos desconcertados. De ahí que Jesús advierta dónde hemos de asentar los cimientos para que la vida no se nos tambalee (cf. Mt 7, 24-27).



En la era de la exaltación de las imágenes, constatamos cómo se pretende exhibir una vida idílica en Facebook o en Instagram. Los adolescentes comparten fotos en las que todo parece sonreír, en una búsqueda extraña de “me gusta” que catapulte, si no a la fama, por lo menos, que haga abandonar el anonimato o la insignificancia. Otros buscan convertirse en ‘influencers’ a través de un canal de YouTube. Y los adultos, de todo hay, aunque se constata, en ocasiones, una efervescente segunda adolescencia en la mitad de la vida que revoluciona las opciones tomadas en su día.

El mundo de las pantallas atrapa sin control a millones de usuarios, interconectados y alejados al mismo tiempo por la magia de las redes. En Instagram, auténtico escaparate de fotografías, en concreto, se pueden utilizar “filtros” para que la imagen ideal o la diversión arrollen en el entorno digital. Claro que no todo el mundo triunfa en sus perspectivas de popularidad, lo que lleva a la decepción y a más de uno a la depresión o al aburrimiento. Antes de tomar una foto o un vídeo, nos ofrecen varias posibilidades. Solo unos botones de muestra que encandilan al público:

Universo. Tus fotos aparecerán oscurecidas y con un filtro de espacio (galaxias, constelaciones, etc.).

Grito. Al abrir la boca, te aumentará la misma de tamaño poniéndose en primer plano.

Perro con las orejas caídas. Puedes hacerte una foto o un vídeo con orejas y nariz de perro y, además, si levantas las cejas, moverás las orejas.

Podríamos poner más ejemplos, algunos propios de un circo o de una feria. Intuimos, como seguidores de Jesús, que el Evangelio propone otros “filtros”, que moran condensados y detallados en las bienaventuranzas (cf. Mt 5, 3-12), una propuesta válida para ser aplicada no ya en una ‘app’, sino en nuestro proyecto personal de vida, que puede quedar marginado ante la exuberancia de la huida de la realidad que, normalmente, es menos colorida (o quizá no tanto) que las prestaciones que nos proporcionan las últimas herramientas de la comunicación. Un instrumento digno de tenerse en cuenta es la relectura de las bienaventuranzas que plantea el papa Francisco en ‘Gaudete et exsultate’, su exhortación apostólica ‘Sobre el llamado a la santidad en el mundo actual’.

¿Qué me lleva a escribir sobre estos “filtros”? Dos experiencias que me han “tocado” en los últimos meses de cerca, que me han afectado, ciertamente, y que no me han dejado indiferente.

La primera de ellas es constatar el daño que provocan los abusos sexuales. Comprobarlo cerca de las víctimas, escuchando, quedándote de piedra y buscando otras maneras de ser Iglesia.

La segunda experiencia que me ha “removido” hondamente es constatar cómo hay hermanos que dejan la vida religiosa en una edad en la que todavía podrían aportar sus mejores energías. Algunos, nuevamente, son personas que han despuntado por su capacidad intelectual o pastoral, por sus criterios resueltos para aplicar el Evangelio a nuestras estructuras. (…)

Cuando las personas que dejan la vida religiosa son cercanas a ti, te han influido o marcado, te ves en la necesidad de volver nuevamente a los “filtros” del Evangelio. (…)

Lo sustancial no es pertenecer al grupo principal de los Doce, que nos va desvelando el evangelio de Marcos que no son precisamente un modelo en el seguimiento. Lo primordial es sentir que vamos detrás de Jesús, como esos personajes secundarios del evangelio, que aparecen una sola vez, que no son protagonistas, pero que nos revelan auténticas maneras de ser discípulos en sus apariciones concretas. (…)

Esos pueden ser los mejores “filtros” para una vida cristiana, un discipulado comprometido con la Iglesia y con el mundo actual. En cada persona se dan unas características determinadas, pero en todas hay etapas de dificultad o de crecimiento. La atención y la escucha del Evangelio pueden ayudarnos diariamente a ser sencillos “secundarios” que quieren ser coherentes con su fe. Vivir es una lucha, no nos engañemos. Hemos de aceptar esta realidad sin angustia. El Evangelio siempre provoca resistencias. La vida de Jesús desencadena el conflicto en torno a lo que la gente espera de él. “¿Cómo es posible seguir a Jesús?” (cf. Mt 19, 25), se preguntan los discípulos enormemente desorientados. Sigamos nosotros haciéndonos la pregunta y respondamos de manera arriesgada y auténtica, sin más “filtros” que los del Evangelio.

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Índice del Pliego

Técnicas para idealizar la imagen

Cuando hablan las víctimas

Historias mínimas y únicas

La viuda pobre: la autenticidad de la entrega

La mujer sirofenicia: constatar nuestras pérdidas

El ciego de Betsaida: ampliar el campo de visión

Nicodemo: la búsqueda del sentido

María: el olor de Cristo

Otros “secundarios”

  • El Cireneo
  • Los habitantes del pueblo de la samaritana
  • El hombre que presta la casa para la cena de Pascua
  • Los pastores de Belén
  • Las mujeres que lloran camino del Calvario
  • José

La proximidad de los santos laicos

Extraordinarios en lo ordinario

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