JOSÉ LUIS CORZO, SchP, Instituto Superior de Pastoral | El papa Francisco constata con tristeza en su exhortación Evangelii gaudium que, tanto fieles como sacerdotes, “muchas veces sufren, unos al escuchar y otros al predicar”. Todos saben lo que no debe ser una homilía, pero más difícil resulta explicar qué condiciones ha de reunir una buena predicación. Ayudado por dos maestros en estas lides –el propio Bergoglio y el añorado profesor Jesús Burgaleta–, el autor nos ofrece pistas para mejorar su preparación y celebración, con calidez y calidad. Quizá sea el primer paso para desterrar el aburrimiento de muchas de nuestras misas.
La homilía, nuestro talón de Aquiles [extracto]
Publicado en el número 3.021 de Vida Nueva. Ver sumario