(Juan Carlos Rodríguez) “En Egipto se llamaban a las bibliotecas el tesoro de los remedios del alma. En efecto, curábase en ellas de la ignorancia, la más peligrosa de las enfermedades y el origen de todas las demás”. La frase de Bossuet enlaza con otra de Proust: “Hay ciertos casos patológicos de depresión espiritual en los que la lectura puede convertirse en una especie de disciplina terapéutica”. Elena Poniatovska añade: “Al ayudarnos a tener una vida interior, el libro se convierte en un paliativo contra la soledad, la tristeza y las desgracias que a todos nos suceden”. Todas ellas inciden en algo que ya sentenció Flaubert, que “la literatura consuela de múltiples infortunios”. Pero no, no sólo es un lenitivo. A través de la lectura, como sentencia el director de la Real Academia Española, el hombre, la mujer, encuentra también su mejor perfil, su corazón y su felicidad. Leer, es ya una proclama, nos hace mejores.
Pliego íntegro, en el nº 2.624 de Vida Nueva (del 2 al 29 de agosto de 2008).