A los cinco años de su elección como obispo de Roma, se puede –y se debe– valorar la singularidad del papa Francisco, así como su significado para la vida eclesial concreta y para la historia de la Iglesia en conjunto. Son muchos los aspectos que merecerían un comentario. La limitación de espacio nos obliga a centrarnos en las coordenadas fundamentales del ministerio de Francisco que permiten comprender sus opciones de fondo.
Como punto de partida, es importante arrancar de la singularidad que representa Francisco en la historia de la Iglesia, porque desde ahí es posible entender una llamativa paradoja: recoge dosis enormes de aceptación y de simpatía; y, a la vez, suscita reticencias y malestar. La paradoja consiste en que la incomprensión procede de sectores que se caracterizaban por reivindicar adhesión y fidelidad sin fisuras al Papa. Es revelador lo que se leía el 27 de octubre pasado en el periódico inglés The Guardian: alguien que ha suscitado tantas adhesiones y tanta aceptación es, sin embargo, uno de los hombres más odiados del mundo; ahora bien –subraya el articulista–, lo peculiar consiste en que quienes lo odian no son ateos o musulmanes, sino miembros de su misma Iglesia (habría que añadir: los poderes anónimos que intentan constituirse como pensamiento único y absoluto).
A nuestro juicio, esta situación se explica por el giro copernicano imprimido en la historia de la Iglesia: en una Iglesia mundial, el ministerio petrino es ejercido por alguien que rompe los esquemas occidentales (latinos, europeos); como consecuencia, la visión “globalizada” del mundo y de la Iglesia reclama como prioridad una conversión misionera en el modo de situarse ante la realidad. Esta transición constituye una exigencia que, por unos, es vivida con gozo y, por otros, con perplejidad e incomodidad.
Índice del Pliego:
1. UN “GIRO COPERNICANO”
2. UNA APERTURA QUE ES UNA ECLESIOLOGÍA Y UN PROYECTO PASTORAL
3. UNA TRADICIÓN ESPIRITUAL, CULTURAL E INTELECTUAL
• El tiempo es superior al espacio.
• La unidad prevalece sobre el conflicto.
• La realidad es más rica que las ideas.
• El todo es superior a la parte.
4. UNA ECLESIOLOGÍA DESDE LA MISIÓN Y PARA LA MISIÓN
5. LA ALEGRÍA DE EVANGELIZAR: DESDE EL NÚCLEO DEL MENSAJE CRISTIANO
6. UNA ECLESIOLOGÍA BAUTISMAL: LA IGLESIA SOMOS TODOS LOS BAUTIZADOS
7. LA SINODALIDAD, EXPERIENCIA ECLESIAL Y CRITERIO PARA LA ARTICULACIÓN DE LA IGLESIA
8. UNA CULTURA DEL DIÁLOGO Y DEL ENCUENTRO
9. ENTRE ESCILA Y CARIBDIS