La publicación de ‘Amoris laetitia’ estuvo precedida del Sínodo de la Familia (2014-2015), que, a diferencia de otros sínodos, se programó en dos etapas con sus correspondientes consultas y asambleas. Según el itinerario de trabajo trazado por el papa Francisco, la III Asamblea General Extraordinaria del año 2014 debería identificar los desafíos y, para responder pastoralmente a ellos, el camino sinodal se continuaría un año después en la XIV Asamblea General Ordinaria.
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Parecía novedoso el sistema de consultas a nivel mundial, pero también se habían hecho con ocasión del Sínodo de la Familia de 1980, que convocó el papa Juan Pablo II “para responder a las necesidades de las parejas contemporáneas” –las de 1980, por supuesto– y concluyó en la exhortación apostólica postsinodal ‘Familiaris consortio’ (22 de noviembre de 1981), que Francisco cita repetidamente en Amoris laetitia.
La gran expectativa de un nuevo sínodo dedicado a la familia era la comunión de los divorciados vueltos a casar. Inquietaban los temas de pareja, que son las que tienen que tomar decisiones: romper o mantener su unión, llamar a los hijos a la vida, establecer una relación estable con alguien del mismo sexo porque esa es su condición sexual…
¿Algo nuevo o lo de siempre?
En ‘Vida Nueva Colombia’ me pregunté si los dirigentes de la Iglesia católica tendrían algo nuevo que decir o si iban a repetir las mismas normas de siempre, si seguirían los documentos del magisterio eclesial insistiendo en la defensa de la vida para decir ‘no’ a los métodos anticonceptivos y en la defensa de la indisolubilidad para rechazar el divorcio: ¿habría buenas noticias para la vida de pareja, en lugar de las “malas noticias” que el magisterio eclesial suele ofrecerles?
Se esperaba que fuera el sínodo del Evangelio –la “Buena Noticia”– para las familias. Sobre todo, para las parejas. Su propósito era “ponerse a la escucha de los problemas y expectativas que viven hoy tantas familias, presentándoles de forma creíble la misericordia de Dios”, y “entender cómo anunciar eficazmente el evangelio de la familia en el momento que estamos viviendo”.
Después de algo más de dos años de camino sinodal, al concluirse las sesiones de la última etapa, quedaron en manos del papa Francisco 96 proposiciones que recogían las consultas a nivel mundial y el trabajo de los obispos representantes de las conferencias episcopales en las dos asambleas: declaraciones de principios teológicos y pastorales, algunas afirmaciones que resultaban novedosas en el marco del magisterio eclesial y los tradicionales cuestionamientos.
Palabra de misericordia
Sobre los temas candentes, el Papa tendría la última palabra en este debate, que se esperaba fuera una palabra de misericordia para las personas heridas por el fracaso en su relación de pareja por parte de quien intenta hacer de la Iglesia casa de misericordia y hospital de campaña.
Así fue. En ‘Amoris laetitia’, Francisco acoge los aportes que surgieron a lo largo del camino sinodal 2014-2015, fundamenta su reflexión en la Sagrada Escritura e integra los grandes hitos del magisterio eclesial, que completa con su propia palabra en el lenguaje de la misericordia.
La publicación de ‘Amoris laetitia’, el 19 de marzo de 2016, produjo un torbellino de críticas en los sectores conservadores de la Iglesia. Su autor lo había previsto: “Comprendo a quienes prefieren una pastoral más rígida que no dé lugar a confusión alguna. Pero creo sinceramente que Jesucristo quiere una Iglesia atenta al bien que el Espíritu derrama en medio de la fragilidad” (AL 308).
Críticas cardenalicias
Las críticas se habían hecho visibles durante el camino sinodal: al finalizar la primera asamblea, el cardenal estadounidense Raymond Burke opinó que la Iglesia estaba “como una nave sin timón” y, mientras se celebraba la segunda asamblea, trece cardenales hicieron público su disenso.
Tras la publicación, los cardenales Brandmüller, Caffarra, Meisner y Burke se declararon en rebelión en un cuestionario con cinco dudas que les planteaba ‘Amoris laetitia’. Como no recibieron respuesta, Burke amenazó con “un acto formal de corrección de un error grave”.
Y tampoco hubo respuesta, a no ser en el discurso navideño a la Curia romana, en el que Francisco habló de “resistencias ocultas, que surgen de los corazones amedrentados o petrificados” y “resistencias maliciosas, que germinan en mentes distorsionadas”. Un nuevo capítulo de resistencias fue la carta ‘Una corrección filial ante la propagación de herejías’, que acusaba al papa Francisco de propagar “a través de la exhortación apostólica ‘Amoris laetitia’, como también por otras palabras actos y omisión, siete posturas heréticas”.
Siempre de rodillas
A las resistencias de sus opositores se refirió Francisco durante el encuentro con jesuitas colombianos en Cartagena: “Escucho muchos comentarios –respetables porque los dicen hijos de Dios, pero equivocados– sobre la exhortación apostólica postsinodal. Para entender ‘Amoris laetitia’, hay que leerla de principio a fin. (…) Pero de rodillas, siempre de rodillas…”.
Así leí los 325 párrafos en esta invitación del papa Francisco a redescubrir y releer ‘Amoris laetitia’. Los leí con devoción y también con gusto. Porque se dejan leer, al menos por quienes manejamos el lenguaje de los documentos de la Iglesia. (…)
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Índice del Pliego
La publicación de ‘Amoris laetitia’
La mirada del autor de ‘Amoris laetitia’
Ahora sí, las buenas noticias de ‘Amoris laetitia’
Buena noticia es el reconocimiento de la diversidad
Buena noticia es que dice sí al amor
La buena noticia de la sacramentalidad
La buena noticia de la misericordia para las parejas heridas
¿Y las parejas del mismo sexo?
A propósito de ciertos miedos de ‘Amoris laetitia’
Una consideración final
Cinco recomendaciones de Francisco