“El abuso sexual de menores por parte del clero y su mala gestión por parte de los líderes de la Iglesia ha sido uno de los mayores desafíos que enfrenta la Iglesia de nuestro tiempo. (…) La incapacidad de actuar correctamente para detener este mal y acudir en ayuda de sus víctimas ha desfigurado nuestro propio testimonio del amor de Dios”. Así se expresaba el papa Francisco ante la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores en la Asamblea Plenaria celebrada del 3 al 6 de mayo de este año.
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Acontecimientos previos a la misma habían generado un clima de tristeza y estupor entre los fieles por la aparición de nuevos casos que muestran cómo el modo de proceder de muchas instituciones continúa siendo inadecuado, con un incremento de dolor para las víctimas y para el conjunto del Pueblo de Dios. Esto nos lleva a hacernos una y otra vez la pregunta: ¿son las víctimas lo primero?
Fallos en la prevención
Sin negar los pasos que se han ido dando, que son reales, queda pendiente “ver qué ha pasado en este tiempo y ver evangélicamente cómo han funcionado en los últimos años los mecanismos de prevención, que han fallado casi todos, y deberíamos preguntarnos por qué han fallado” (J. Cobo, 2022). Hans Zollner, SJ, advertía que “es muy frustrante darse cuenta de que, a pesar de todo lo que ha sucedido, lo que se ha discutido, debatido y reflexionado en términos de abuso y su prevención, todavía no hemos avanzado” (entrevista en la ‘COPE’, 19-12-2022). El primero de diciembre de ese mismo año había saltado a los medios el ‘caso Rupnik’, “un tsunami de injusticia” y “gestión cuestionable”, según afirmaba en Twitter (7-12-2022) Gianfranco Matarazzo, SJ, ex provincial de Italia y de la provincia Euro-mediterránea, además de haber sido delegado para el apostolado social y los abusos en la antigua provincia italiana.
Apenas tres meses después, Zollner anunciaba su dimisión de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores –aceptada el 14 de marzo– y explicaba ante los medios de comunicación lo que le había movido a tomar esta decisión: por un lado, la falta de transparencia tanto en la gestión de los fondos como en el proceso de selección de los miembros y sus responsabilidades; y por otro, la ausencia de normas que regulen la relación entre la Comisión y el Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Junto a ello, el jesuita, un referente mundial en este tema, ha manifestado su preocupación ante la continua y reincidente experiencia de las víctimas de no sentirse escuchadas.
Conjunto de medidas
Esta situación contribuyó, en parte, a que, en la Asamblea Plenaria de la Comisión, su presidente, el cardenal Seán Patrick O’Malley, enfatizara la puesta en marcha de un conjunto de medidas –una auditoría anual, un fondo de ayudas para las iglesias más pobres, una mayor clarificación del encaje de la Comisión dentro del Dicasterio de Doctrina de la Fe, el intercambio de información con otros dicasterios, o la actualización del marco universal de directrices comunes para abordar los abusos– para garantizar la transparencia e ir caminando “hacia una presencia más operativa”.
Por lo tanto, según se deduce de las palabras del cardenal, ha llegado el momento de poner el foco en la praxis; en no quedarse en la formación imprescindible, ni en tener a mano los protocolos de actuación para evitar cualquier tipo de reproche legal, sino en obrar en consecuencia. Hay una llamada a la honestidad que nos afecta a cada uno de nosotros, pues “la renovación en la jerarquía eclesial por sí misma no genera la transformación a la que el Espíritu Santo nos impulsa. Se nos exige promover conjuntamente una transformación eclesial que nos involucre a todos” (Papa Francisco). Existe un anhelo de bondad y de virtud también dentro de la propia Iglesia.
Credibilidad en juego
Está en juego su credibilidad, la transmisión de la fe, y la misión de contribuir al cambio que supone mirar a los ojos de los ignorados en esta historia. Existe un daño inconmensurable persistentemente silenciado. ¿Vamos a pasar de largo?
Ahora que se cumplen diez años desde que el Consejo de Cardenales pidiera al Papa la creación de un organismo que abordara la crisis de los abusos, y cuarenta desde que en Estados Unidos saliera a la luz por primera vez el caso de un sacerdote denunciado por abusos sexuales a menores y condenado dos años después a prisión, es un buen momento para hacer memoria de cómo este drama ha ido emergiendo y cuál es el clamor de fondo que no deberíamos desatender. Si algo caracteriza a Dios es estar atento a la aflicción y los sufrimientos de su pueblo. “En Yahvé puse toda mi esperanza, él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor” (Sal 40, 1).
Reflexión sobre el pasado
Una breve panorámica de los acontecimientos más significativos ayudará a ver que el tema del abuso, en toda su complejidad, no es un asunto marginal del que, por desgracia, no nos queda más remedio que hablar, sino algo que nos obliga a revisar nuestros modos de proceder no solo en el interior de la Iglesia sino a nivel social. No se puede responder adecuadamente sin aplicar la memoria. “Para afrontar con sabiduría y valentía los desafíos de hoy, es importante detenerse un momento para reflexionar sobre el pasado” (Papa Francisco, mayo de 2023).
Esto nos permite pensar que estamos ante un signo de los tiempos que está reclamando un cambio de cultura global e integral y, por tanto, estructural. (…)
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Índice del Pliego
EL PASADO HABLA
- Años 80
- Años 90
- De 2000 a 2010
- De 2010 a 2020
- De 2020 a 2023
SIGNO DE LOS TIEMPOS
EL EJERCICIO DEL PODER, A REVISIÓN
“DENUNCIAR, ¿PARA QUÉ?”
DAR UN VUELCO A LOS MODOS DE PROCEDER
EL RASTRO DEL ABUSO EN LAS OBRAS