JOSÉ MANUEL BERNAL LLORENTE, liturgista | El pasado 13 de mayo, la Santa Sede hacía pública la instrucción Universae Ecclesiae, detallando la aplicación del Motu Proprio del 7 de julio de 2007 Summorum Pontificum sobre la nueva reglamentación para el uso de la liturgia romana vigente en 1962. Benedicto XVI confirmaba y ampliaba así la apertura que ya en 1988 (Ecclesia Dei afflicta) Juan Pablo II había concedido a los fieles que desearan seguir los ritos previos a las reformas del Concilio Vaticano II. Estas páginas tratan de ser una aproximación crítica pero respetuosa al fondo que subyace en estos documentos: un intento sincero por devolver a ciertos grupos tradicionalistas al camino de la unidad que, sin embargo, no solo supone una peligrosa mano tendida a la vieja liturgia tridentina, sino un grave conflicto doctrinal.
Pliego íntegro, en el nº 2.757 de Vida Nueva. Mano tendida a la vieja liturgia tridentina – Extracto
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