El magisterio de la Iglesia reconoce y valora la importancia del ejercicio de la opinión pública como requisito indispensable de la participación política en un régimen democrático de opinión. Y tiene una alta estima por la libertad de expresión en los medios de comunicación, anteponiendo los riesgos que comporta la mera tutela pública de este derecho, y la llamada a la autorresponsabilidad y a la autorregulación profesional, a la tentación de defender un aparato de control y de censura respecto a esta libertad, aunque sea para frenar la vulnerabilidad de otros derechos implicados en la comunicación.
Defiende este derecho, además, no solo en clave de reivindicación, sino como una responsabilidad, es decir, como un deber. Para ello, considera necesaria una verdadera libertad de expresión, también con respecto a la vida y la misión de la Iglesia, con todos sus elementos (transparencia informativa, ejercicio libre de la información y la opinión religiosa plural, debate público intraeclesial, etc.).
A la hora de denunciar a los principales responsables de la violación del derecho de expresión, el magisterio de la Iglesia señala a los regímenes autoritarios, pero también a muchos de los supuestamente democráticos, en los que los monopolios comunicacionales y los intereses políticos y económicos merman considerablemente el ejercicio por parte de los comunicadores de esta libertad y, por consiguiente, el derecho de todos los miembros de la sociedad a estar objetivamente informados. Porque si es mermada nuestra libertad de información, vana es nuestra libertad de expresión.
Pero la Iglesia no solo defiende una sana libertad de expresión en la sociedad, sino también en el interior de la Iglesia. Con Pío XII, y el posterior gran impulso del ‘aggiornamento’ eclesial del Concilio Vaticano II, el magisterio eclesial reconoce y urge la promoción de una opinión pública “en” la Iglesia. Lo hace desde su profundo valor teológico vinculado a la eclesiología de comunión, requiriendo la atención de una serie de criterios morales, y distinguiendo tres planos distintos del debate intraeclesial: el de la fe, el del gobierno y el de lo contingente.
Índice del pliego
I. ORIGEN DEL CONCEPTO DE OPINIÓN PÚBLICA INTRAECLESIAL EN EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA
II. SIGNIFICADO TEOLÓGICO DE LA OPINIÓN PÚBLICA EN LA IGLESIA
- Comunión
- Igualdad
- ‘Sensus fidei’
- Revelación
III. PRINCIPIOS MORALES DE LA OPINIÓN PÚBLICA EN LA IGLESIA
- Diálogo respetuoso con la justicia y la prudencia
- Diálogo constructivo
- Trasparencia en los hechos, reserva en las cuestiones de conciencia
- El principio moral básico
IV. LOS PLANOS DE LA OPINIÓN PÚBLICA EN LA IGLESIA