A lo largo de los últimos años hemos asistido a grandes transformaciones a causa de la crisis, fruto del modelo económico, un capitalismo financiero y globalizado que ha desmontado el mercado laboral y ha sometido a gran parte de la población a situaciones de pérdida de los derechos más elementales y privación de los recursos necesarios para vivir dignamente. Hablamos de crisis económica, financiera, energética, climática…
Es el sistema el que está en crisis, es decir, el conjunto de valores, formas de organización, relaciones y estructuras desde las que hemos organizado la vida. Y está en crisis porque se ha mostrado incapaz de permitirnos vivir humanamente, crea exclusión, está sobreexplotando los recursos del planeta, provocando la mayor desigualdad de la historia justo cuando se produce la mayor acumulación de riqueza, y vacía de sentido las vidas de quienes vivimos en el “paraíso consumista”.
Las estructuras y procesos que rigen hoy día las relaciones económicas, sociales, políticas y culturales a nivel nacional e internacional no favorecen la vida de los pueblos. Al contrario, existen situaciones tan injustas que exigen un cambio de rumbo de toda la sociedad. En el fondo, estamos sufriendo una crisis “multidimensional”: económica, política, antropológica, ética, ecológica, y también del conocimiento, que nos está demandando una profunda reflexión para saber hacia dónde vamos, por qué tipo de persona y sociedad apostamos y cómo queremos alcanzarla.
Sin embargo, el neocapitalismo sabe muy bien cómo incorporar las crisis y gestionarlas en favor de quienes dirigen el sistema, de quienes ostentan el poder económico, los que buscan el máximo beneficio y dan por descontada la pérdida de derechos para los trabajadores.
Ante esta situación, necesitamos una mirada lúcida para ser capaces de leer los signos de los tiempos, interpretar la realidad y ser conscientes de lo que está en juego, para no promover con nuestras acciones u omisiones propuestas que enmascaren los grandes desafíos, ni hacer el juego a los discursos triunfalistas de los políticos, “gestores del capital” y, por tanto, al servicio de este y no del trabajador.
Los cristianos, además, hemos de ser capaces de hacer una lectura creyente de la realidad que nos permita ayudar a la sociedad a avanzar en la dirección del “proyecto humanizador del Reino de Dios”. La mirada creyente debe ser una mirada esperanzada, capaz de descubrir la acción del Espíritu que sigue dinamizando nuestro mundo promoviendo formas nuevas de relación con los demás y con la naturaleza. Concretamente, la crisis estructural del trabajo, parte del cambio de época que atravesamos, nos urge a pensar y plantear modelos de desarrollo alternativos sobre la base del bien común, la corresponsabilidad y la justicia social.
Índice del Pliego
1. DESAFÍOS DEL MUNDO ACTUAL
2. ¿GENERACIÓN CANGREJO?
3. PROBLEMA DEL PARO Y LA PRECARIEDAD LABORAL
4. DESIGUALDAD DE GÉNERO EN EL TRABAJO
5. UN CAMBIO DE ÉPOCA
6. FRACTURA SOCIAL Y CRISIS INSTITUCIONAL
7. EN PERSPECTIVA DE GÉNERO
8. ¿DE QUÉ POLÍTICAS SOCIALES DISPONEMOS?
9. ¿HACIA NUEVAS FORMAS DE TRABAJO?
10. EDUCACIÓN INCLUSIVA
11. NECESIDAD DEL TRABAJO SOCIOCOMUNITARIO
12. HAY ALTERNATIVAS