Una respuesta a lo que Benedicto XVI pidió a los artistas en la Capilla Sixtina
(Joaquín L. Ortega– Sacerdote y escritor) El pasado 21 de noviembre, Benedicto XVI convocó a un notable número de artistas para un encuentro “cordial, amistoso y apasionado” que tuvo lugar en la Capilla Sixtina, “santuario de la fe y de la creatividad humana”, en expresión del propio papa Ratzinger. Él mismo cifró el sentido y la meta de tal encuentro en “alumbrar un nuevo y profundo itinerario de conocimiento y de diálogo con vistas a un renacimiento auténtico del arte en el marco de un nuevo humanismo”. Eran palabras que sonaban a un propósito de reconciliación del arte con la fe y de la Iglesia con los artistas. Como si se tratara de caminar juntos por la via pulchritudinis. Algunos artistas españoles, en plena modernidad, han sido ya modelos de esa fecunda conjunción. Es el caso, entre otros, de Teresa Peña, fallecida en julio de 2002, mujer de singulares dotes artísticas y, a la vez, tocada por la verdad, apasionada por la luz y la transcendencia. Su obra, expuesta y admirada en la primavera de 2008 en la catedral de Burgos, revive ahora, tras la prometedora cita de Benedicto XVI en la Capilla Sixtina, como un signo testimonial para el hermanamiento de la fe y el arte de nuestro tiempo.
Pliego íntegro, en el nº 2.692 de Vida Nueva (del 23 al 29 de enero de 2010).