JOSÉ LUIS CELADA | El pontificado de Benedicto XVI que ahora concluye arrancaba un 19 de abril de 2005 con esta confesión de Joseph Ratzinger desde la loggia central de la Basílica de San Pedro: “Después del gran papa Juan Pablo II, los señores cardenales me han elegido a mí, un sencillo y humilde trabajador en la viña del Señor”. Entre aquella imagen pública que atrajo la atención del mundo –no solo católico– y la del Pontífice comunicando, a un reducido círculo de cardenales y por sorpresa, su renuncia, median casi ocho años. Cerca de 94 meses, más de 2.800 días en la historia de la Iglesia, marcados por la firme voluntad y el incansable celo apostólico de este anciano de 85 años en conducir a buen puerto a la barca de Pedro. Por mucho que las aguas revueltas del nuevo siglo estuvieran al acecho o sobrevinieran toda suerte de temporales, también de puertas adentro.
Pero este tiempo ha dejado, sobre todo, un álbum de instantáneas, un rosario de momentos, un caudal de sensaciones que invitan al creyente a la reflexión y al recuerdo agradecido hacia quien los hizo posibles. Este es un muestrario limitado de algunos de esos hitos que han jalonado el ministerio pretino del Papa alemán y que quedarán para siempre en nuestra memoria.
Publicado en el nº 2.838 de Vida Nueva. Del 2 al 8 de marzo de 2013
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