Puigdemont buscó la mediación del Vaticano en pleno proceso independentista

Cecilia Marogna declara en el juicio por los fondos de la Secretaría de Estado que el ex presidente de la Generalitat solicitó un encuentro privado con Becciu a través de un contacto de Putin

Puigdemont buscó la mediación del Vaticano en pleno proceso independentista

La independencia de Cataluña se ha colado en el juicio por la malversación de fondos en la Secretaría de Estado que se está desarrollando en el Vaticano. Ha sido gracias a la declaración de 22 páginas presentada por Cecilia Marogna, la conocida como ‘dama’ del cardenal Angelo Becciu y que colaboró en algunas labores de inteligencia con la institución como las negociaciones de misioneros secuestrados. Tareas para las que recibió importantes cantidades de dinero sin estar probada del todo su formación en inteligencia y acreditado su gusto por el lujo.



Diplomacia paralela

Marogna ha desvelado que en otoño de 2017 Carles Puigdemont buscó un encuentro telemático, utilizando canales extraoficiales, con el cardenal Angelo Becciu, por entonces un oficial destacado en la Secretaría de Estado. Esta petición llegó a manos de la mujer gracias al empresario italiano Piergiorgio Bassi, en cuyo entorno de relaciones se encontraba el presidente ruso Vladimir Putin o el propio Puigdemont. Marogna recibió la petición y declaró que tuvo “dudas sobre la autenticidad operativa” de Bassi al llegarle esta “solicitud de contacto/reunión entre el autoproclamado presidente Puigdemont y el cardenal Angelo Becciu”. Un ruego que se producía, señala Marogna, “durante el periodo de la crisis española por el referéndum para su independencia”.

En la carta de hablaba de la imposibilidad de realizar el encuentro de forma presencia y proponían hacerlo a través de vídeo conferencia usando el programa Skype. Al tratarse de un encuentro organizado fuera de los canales ordinarios de la diplomacia de la Santa Sede, relata Marogna, Bassi le trasladó la “conditio sine qua non” de que la llamada se produjese desde el apartamento privado de Becciu –no desde el despacho, por ejemplo–, situado dentro de la Santa Sede, y con la supervisión de sus colaboradores rusos que habilitarían una cuenta segura en el ordenador del oficial vaticano.

“La petición me pareció, cuando menos, insólita e ilógica, porque o bien el cardenal Angelo Becciu y yo teníamos una cuenta de Skype operativa o podíamos haber abierto una nueva dedicada a la ocasión”, señaló Marogna en su declaración. Por ello, propuso rechazar la petición de Puigdemont y se recondujera a los canales diplomáticos ordinarios. De esta manera, concliyó la acusada, se podría evitar, además, “cualquier instrumentalización y evitar un incidente diplomático”. En otro momento de la declaración se profundiza más en las conexiones rusas del empresario a través del proyecto de ceder a la Iglesia Ortodoxa rusa las reliquias de san Nicolas de Bari.

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