Una obra de Andrea Dué y Juan María Laboa (San Pablo). La recensión es de Fco. Juan Martínez Rojas.
Atlas Histórico del Cristianismo
Autores: Andrea Dué y Juan María Laboa
Editorial: San Pablo
Páginas: 324
(Francisco Juan Martínez Rojas) Si pobre es el panorama editorial español en las disciplinas eclesiásticas más importantes, comparándolo con otros países de la Unión Europea, esta diferencia se acrecienta aún más cuando se trata de obras de historia de la Iglesia. Concebida durante siglos como mera ciencia auxiliar o un arsenal de datos al servicio de una apologética defensiva y combativa, desde el período intermedio entre las dos guerras mundiales del siglo XX, la historia ha ido recobrando un protagonismo que le pertenece por derecho y que fue plenamente sancionado por el Concilio Vaticano II. Los grandes manuales de historia de la Iglesia han conocido su versión española con cierto retraso, y todavía quedan obras fundamentales por traducir, por lo que se hace necesario acudir a las versiones originales o a la traducción realizada en otros países.
En este contexto, el panorama bibliográfico hispano sobre historia de la Iglesia ha sido enriquecido por la publicación de este Atlas histórico del Cristianismo (San Pablo), de Andrea Dué, cuyo texto es obra de Juan María Laboa, profesor emérito de Historia de la Iglesia de la Universidad Pontificia Comillas, y, sin duda, uno de los mejores especialistas españoles en la materia.
Calificar a la obra que comentamos como un simple atlas es reducir notablemente el proyecto de sus autores y desconocer la amplitud de un libro que desborda, por demás, el ámbito geográfico. Se puede calificar a la obra de Laboa y Dué como una historia de la Iglesia ilustrada, ya que si bien lo primero que puede contemplar el lector son los mapas, dibujos y fotografías, no menos cierto es que, tras cada parte gráfica, Laboa ofrece un completísimo texto, que viene a iluminar y desglosar los contenidos iconográficos anteriores, extrayendo una riqueza conceptual que pasaría desapercibida a quien contemplara sólo la parte ilustrada. Así, texto e imagen se conjugan en una acertada y armoniosa síntesis, y la narración escrita adquiere una mayor capacidad descriptiva gracias a los mapas, dibujos y fotografías.
El Atlas Histórico del Cristianismo se encuentra dividido en 76 capítulos, compuesto cada uno por cuatro páginas. En las dos primeras, se desarrolla la parte cartográfica a colores, que en ocasiones es completada con otros dibujos, planos y fotografías, siempre con una calidad cromática intachable. Las otras dos páginas están ocupadas por el texto compuesto por Laboa, siempre relacionado con las imágenes de las dos páginas anteriores, y que, a su vez, se ve también enriquecido con dibujos y fotografías en blanco y negro. Como bien señalan los editores, el texto del profesor Laboa, además de referirse al capítulo en el que se encuentra, puede igualmente leerse seguido, de modo que quien lo desee puede abarcar de un vistazo la bimilenaria historia de la Iglesia.
Aportación gráfica
La aportación gráfica del Atlas es ciertamente impresionante, pues contiene 152 fotografías en color y 126 en blanco y negro, 162 mapas en color, 103 dibujos y planos en color y blanco y negro, 13 esquemas y cinco cronologías sinópticas. Cada imagen es acompañada de un pie que indica el lugar de la página donde se encuentra. En último lugar, al final del volumen, se encuentran más datos sobre los objetos de las fotografías o dibujos, tales como origen, fecha, localización y otros detalles.
El Atlas Histórico del Cristianismo no presenta ninguna otra división interna, salvo unas cesuras representadas por cinco cuadros cronológicos, colocados al final de cada período, y que abarcan los orígenes de la Iglesia (Edad Antigua), Alta y Baja Edad Media, Renacimiento y Barroco, y finalmente, desde la Ilustración a nuestros días. Así, al terminar un determinado período de tiempo, el lector puede tener una visión de conjunto gracias a la cronología, antes de adentrarse en otra época.
También es llamativa la perspectiva ecuménica de esta obra, que no restringe su estudio a la Iglesia católica, sino que lo hace fecundamente extensivo a las demás Iglesias cristianas, con lo que la visión del lector se amplía notablemente. Llaman la atención, asimismo, algunos de los capítulos dedicados a episodios de actualidad, y, en ocasiones, aún motivo de acalorados debates, como la relación entre el cristianismo y la ciencia –con el consabido ‘caso Galileo’–. También rompe esta obra con el clásico eurocentrismo que afectaba restrictivamente a otras publicaciones anteriores de historia de la Iglesia. Junto con Europa, quien se acerque a estas páginas también puede tener un conocimiento satisfactorio de lo que ha significado la presencia de las Iglesias y comunidades cristianas en los demás continentes. Frente a otras concepciones de la historia, que tienden a centrarse en una jerarcología desmedida, el libro de Dué y Laboa sabe rescatar de su injusto olvido al pueblo cristiano, presentando trazos nítidos de su espiritualidad, sus devociones –el culto a María y a los santos–, o algunos aspectos tan desconocidos habitualmente como el cristianismo ilustrado o Ilustración católica. Así, partiendo del mundo grecorromano y de la Palestina de tiempos de Jesús, el lector puede hacer un completo recorrido por lo que han sido los veinte siglos de fecunda, complicada y, en ocasiones, ambigua historia de la Iglesia, hasta llegar al tercer milenio y vislumbrar el futuro de la fe cristiana en esta nueva era.
La valoración final no puede ser sino altamente positiva. El Atlas Histórico del Cristianismo colma una gran laguna en el panorama bibliográfico de la historia eclesiástica, y se ha convertido, por ello, en punto de obligada referencia y necesaria consulta para los interesados en este tema que, sean creyentes o no, deseen tener un conocimiento amplio y científico de la historia de la Iglesia.
En el nº 2.702 de Vida Nueva.