Esta novela de Jordi Puntí (Salamandra, 2010) es recensionada por Juan Carlos Rodríguez.
Maletas perdidas
Autor: Jordi Puntí
Editorial: Salamandra
Ciudad: Barcelona
Páginas: 442
(Juan Carlos Rodríguez) El paso de reconocido cuentista a novelista suele dar vértigo. Es un salto lleno de ahogados, de víctimas, de sueños perdidos. Pero quienes lo logran aportan novelas de gran madurez y extremo cuidado narrativo. Y eso tiene Maletas perdidas, primera novela de Jordi Puntí (Manlleu, 1967), escritor con dos extraordinarias colecciones de relatos en su haber: Piel de armadillo (2001) y Animales tristes (2004), también publicadas por Salamandra.
Novela fresca, feliz, tierna, atrevida. En ella, Puntí encara en gran parte del texto una voz narrativa en primera persona del plural que encarna a cuatro hermanos cuya memoria tiene un punto en común. Hijos únicos, abandonados por el padre, lo singular es que este padre es el mismo, Gabriel Delacruz, y el punto en el que lo vieron partir: Barcelona, Francfort, Londres y París. Cuatro familias abandonadas sin que supieran nada una de otra, vidas secretas de un camionero y jugador empedernido que recorría Europa en los 60 y 70. Los hermanos, al principio no sabemos cómo, se han acabado por conocer y experimentan la infancia de golpe. Mientras que, de fondo, circula esa Europa dispar y cardinal que su padre veía por las ventanillas de su camión, tan distinta a los años grises y cohibidos en España.
En el nº 2.700 de Vida Nueva.