Dibujamos un futuro lleno de esperanza. No es mera palabrería. Estamos convencidos de que la Vida Religiosa tiene vitalidad. Y sentido. Lo muestran a nuestro mundo cada día los más de 40.000 religiosos españoles llamados a salir de sus edificios para acudir en busca de todo prójimo, con especial atención a los pobres, que “nos desvelan el futuro”. El texto de Jeremías nos ha acompañado en esta XXV Asamblea General de la CONFER. No ha sido una más. Son nuestras bodas de plata. Los 25 años de la unificación de las CONFER masculina y femenina.
Con una sola voz nos pusimos entonces en camino para compartir vida y misión. Hoy, lo hacemos también con los laicos, con los que unimos fuerzas en misión compartida sabedores de que somos iguales, porque, como nos recordó el cardenal Braz de Aviz, “en el Evangelio no hay superiores e inferiores, porque desde el bautismo todo es servicio”. Conscientes también de que vivimos tiempos de sinergías, continuamos apostando por la intercongregacionalidad para enriquecer y ampliar nuestros carismas.
En estos 25 años de camino conjunto queremos reafirmar nuestra confianza en el Señor. Él nos llamó. Y sigue llamando. No podemos más que agradecer el camino recorrido confiados en Su palabra. Con memoria agradecida, esperanza, pasión y llenos de gozo afrontamos el nuevo tiempo que se nos anuncia. Un tiempo no libre de desafíos. Somos menos, sí. Somos mayores, también, pero conscientes de que Él sostiene nuestro caminar, alienta nuestros esfuerzos y purifica nuestros logros.Enraizados en la realidad de nuestro mundo y sin dejarnos llevar por la ingenuidad, nos permitimos seguir soñando. Y lo hacemos con una CONFER y, a su vez, con unos Institutos, al servicio de nuestras gentes.
Esta Asamblea ha sido un tiempo de gracia. Un momento en el que hemos sido testigos del cariño y estima del Santo Padre por los religiosos españoles y por la CONFER. “El camino realizado como CONFER tiene una historia cargada de ejemplos de dedicación y de santidad oculta y silenciosa”, dijo el papa Francisco, que también nos animó a “no escatimar esfuerzos para servir y animar la Vida Consagrada española”, porque “la Iglesia nos necesita profetas, es decir, hombres y mujeres de esperanza. No se trata de ser héroes ni de presentarnos a los demás como modelos, sino de estar con los que sufren y acompañar”. Una invitación que aprovechamos para reafirmarle que cuenta con nosotros para seguir haciendo realidad el Concilio Vaticano II desde la comunión, y para seguir llevando la misericordia de Dios a cada rincón de la tierra. Y es que hacemos nuestro el programa de su vida: “obsesionarnos, desgastarnos y cansarnos” viviendo las obras de misericordia.