La Cuaresma nos trajo noticias de sufrimiento en el este de Europa. El 24 de febrero Rusia invadió Ucrania y las necesidades se han ido incrementando tanto en la población que huye de la guerra como en aquella que continúa sobreviviendo en el país. Madres con niños, adultos y jóvenes desplazados, y mayores con lo imprescindible a cuestas han abandonado sus casas. Más de dos meses y medio después, 5,5 millones de ucranianos han huido de la guerra.
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Son personas a las que como humanidad, y como Iglesia, tenemos que acoger, proteger, promover e integrar. La Vida Religiosa en España y en toda Europa está haciendo realidad estos cuatro verbos propuestos por Francisco en relación al fenómeno migratorio. Es el caso de, tal y como recoge este número de SomosCONFER, salesianos, salesianas, orionistas, claretianos, redentoristas o jesuitas.
Pero no solo ellos, otros tantos institutos se están volcando en la primera acogida tanto dentro como fuera del país, demostrando, una vez más, que somos una casa de puertas abiertas, con la única intención de hacer realidad ese ‘nosotros’ cada vez más grande al que nos llama el Papa.
El arma más potente: la oración
Las manifestaciones de solidaridad son constantes desde todos los puntos del mapa. En este sentido, el Consejo General de la CONFER decidió destinar 20.000 euros a Ucrania. Más allá de la ayuda material, contamos con el arma más potente: la oración, con la que gritamos en el silencio de nuestras plegarias por la paz y la reconciliación.
Nuestra esperanza, renovada con la Pascua, nos empuja a comprometernos en la defensa de los derechos de los miles de refugiados que ya han llegado a España. Pero esto no nos hace olvidarnos de las otras guerras y conflictos que azotan el mundo, desde Afganistán a Yemen pasando por Etiopía, porque no hay refugiados de primera y de segunda, porque todos somos hijos de Dios.
¡Señor de la Paz, libranos del mal!