(Nuria Calduch-Benages– Misionera de las Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret y experta en Sagrada Escritura)
“Sólo quien ha tenido una profunda experiencia de Dios puede tener la valentía de presentar la historia del arte como un fecundo testimonio de lectura espiritual”
Si tuviera que escoger una de las 37 intervenciones de los oyentes del Sínodo de la Palabra, me quedaría con la de Natalja Fedorova Borovskaja, profesora de la universidad estatal rusa de Humanidades y de la Academia rusa de Bellas Artes. Sus palabras, pronunciadas de forma entrecortada a causa de la emoción, causaron un enorme impacto. Muchos nos pusimos a aplaudir, a la vez que intentábamos secar las lágrimas que humedecían nuestros ojos.
Nacida en la URSS, país del ateísmo de Estado, nadie le había hablado de Dios. Ella misma confesó que nunca había pensado en Dios hasta que inició sus estudios de arte, música y literatura en la Universidad de Moscú. Fueron los iconos rusos, los cuadros del Renacimiento italiano y la Pasión según san Mateo de Juan Sebastián Bach los que la iniciaron en la lectura de la Biblia. Empezó a leer los textos bíblicos para poder comprender esas obras de arte que tanto admiraba. Y he aquí que, un día, mientras leía el Evangelio en su habitación, se dio cuenta de que no estaba sola. La acompañaba una presencia que iba a convertirse en el único amor de su vida.
En la actualidad enseña historia del arte y su máxima preocupación es ayudar a los estudiantes para que encuentren a Dios a través del estudio. Consciente de las dificultades que esa tarea conlleva, indica tres pistas que pueden resultar muy útiles también para nosotros: acoger la obra de arte en nuestro corazón como una oración de su autor; contemplar la historia del arte con atención espiritual intentando desentrañar su profundo simbolismo; y, por último, mirar al artista a la luz del amor de Dios.
Sólo quien ha tenido una profunda experiencia de Dios puede tener la valentía de presentar la historia del arte como un fecundo testimonio de lectura espiritual.
En el nº 2.694 de Vida Nueva.