(Chema Caballero– Misionero javeriano en Sierra Leona)
“Y ¿qué pasará dentro de unos días cuando el terremoto de Haití deje de ser portada de telediarios y periódicos? ¿Quién se acordará de las víctimas entonces?”
La tierra tembló en Haití, el país más pobre de América. La capital ha quedado destruida. Las imágenes de los telediarios y periódicos nos dejan el corazón encogido.
Llevamos días viendo y oyendo mucho dolor e impotencia y, tras el límite de las 72 horas que los equipos de rescate se dan para encontrar supervivientes, surgen las historias de milagrosos hallazgos de personas vivas bajo los escombros.
Ante tanto dolor nos rebelamos y llueven las donaciones. Los medios de comunicación e Internet están llenos de listas donde hacer donativos. Recibo correos de ONG y asociaciones que se ceban en el dolor de las víctimas para pedir donaciones. Hollywood se está volcando y sus estrellas dan millones, Obama envía tropas y medicinas, Sarkozy decide crear un club de donantes, Zapatero coordina la ayuda de la Unión Europea…
Una vez más, hemos montado el circo mediático de la solidaridad. Consumimos dolor ajeno y respondemos instintivamente. Hay muchos que saben cómo funciona nuestra psicología y aprovechan estas ocasiones para coleccionar donativos.
¿Quién controla que las ayudas llegan realmente a las víctimas? ¿Quién controla que no se desviarán para reconstruir las casas de las ONG o reemplazar sus vehículos todoterreno? ¿Necesitaremos que alguien tenga el coraje de decirnos que ya basta, que no hay que seguir dando, que no se puede gestionar tanto dinero?
Y ¿qué pasará dentro de unos días cuando el terremoto de Haití deje de ser portada de telediarios y periódicos? ¿Quién se acordará de las víctimas entonces? ¿Quién se quedará para ayudar a los habitantes de Puerto Príncipe a reconstruir sus vidas?
Muy pocos, y Haití seguirá con su pobreza y olvido como antes del terremoto.
En el nº 2.692 de Vida Nueva.