(Alberto Iniesta– Obispo Auxiliar emérito de Madrid)
“Cada día se leen unos mismos pasajes del Nuevo y del Antiguo Testamento, cumpliéndose así la valiente profecía de Jesús: Mis palabras no pasarán. Ni políticos, ni literatos, ni filósofos, ni científicos, no hay ningún hombre de la historia que convoque diariamente a sus seguidores para leer públicamente sus palabras”
Hace algunas semanas dediqué en Vida Nueva un comentario sobre la conveniencia de que los lectores inexpertos dispongan de algún guía al emprender la ascensión a ese Himalaya de Dios que es la Biblia, para no despistarse en el camino [VN, nº 2.708]. Hoy quisiera tratar de la iniciativa de algunas editoriales, que puede iniciar en su lectura.
Me refiero a la publicación anual de las lecturas de la Misa –diariamente, las citas de todas las lecturas, el texto del evangelio de cada día, y el resto de las lecturas bíblicas los domingos y fiestas–, amén de breves meditaciones y oraciones, que bien pueden servir de introducción a una lectura sapiencial de la Palabra de Dios.
Desde los tiempos primitivos, la Iglesia siempre ha unido en sus celebraciones la mesa de la Palabra y la mesa de los sacramentos (la Misa, principalmente), que también se realizan con palabras: tomad, comed, bebed…
Esta estructura constituye actualmente una grandiosa realidad que se repite cada día en todo el mundo, desde las grandes ciudades hasta las zonas más remotas donde se celebre la Santa Misa, traducida a más de dos mil lenguas. Cada día se leen unos mismos pasajes del Nuevo y del Antiguo Testamento, cumpliéndose así la valiente profecía de Jesús: Mis palabras no pasarán.
Ni políticos, ni literatos, ni filósofos, ni científicos, no hay ningún hombre de la historia que convoque diariamente a sus seguidores para leer públicamente sus palabras. Y no por mera erudición o por curiosidad científica, sino para tratar de asumir personalmente los consejos del Maestro.
Después del último Concilio, la Iglesia ha estructurado el leccionario de la Misa de modo que en tres años se pueda leer lo más fundamental de toda la Sagrada Escritura. Con la gracia del Espíritu Santo que mueve a la Iglesia, ¿puede haber mejor introducción a la lectura de la Biblia?
En el nº 2.712 de Vida Nueva.