(José Mª Rodríguez Olaizola– Sociólogo jesuita)
“Tampoco quiero mitificar a los sacerdotes ni ponerlos como héroes. Son sólo hombres, y entre ellos los hay mediocres y excepcionales. Los hay que, con su conducta, son motivo de escándalo. Pero hay muchos más que con lo que hacen construyen espacios de humanidad”
Perdonen los lectores de otras latitudes, pues esta columna hoy tiene un punto local. Y es que en Televisión Española parecen haber tomado buena nota de que este es el año sacerdotal, y están dando un repaso al clero de padre y muy señor mío. En tres seriales presentan a sacerdotes en situaciones, cuanto menos, problemáticas.
Léase, su eminencia el cardenal Mendoza, uno de los malvados de la serie Águila Roja, promiscuo, corrupto, y, últimamente, implicado en la trata de blancas con destino a Argel. En Amar en tiempos revueltos, el padre Gaitán, pederasta asediado por la policía, termina suicidándose. Y monseñor, el padre Ángel, cuelga los hábitos en el último capítulo de La Señora tras pasar varias temporadas entre el sí y el no con la susodicha dama.
Pues nada, no vamos a dramatizar. Las audiencias son las audiencias y un buen guión se puede permitir las licencias que quiera. Pero miren, señores guionistas. No digo yo que no haya situaciones tremendas, también entre el clero, de antes y de ahora. Pero ojalá alguna vez les dé por el otro realismo, el que refleja la situación de hombres honestos, que pelean por hacer el bien y muchas veces lo consiguen. Que van dando la vida, con sus dosis de talento y sus dosis de limitación. Que pelean contra una soledad no siempre fácil con hondura y fe. Que creen, y dudan… Podría seguir. Pero tampoco quiero mitificar a los sacerdotes ni ponerlos como héroes. Son sólo hombres, y entre ellos los hay mediocres y excepcionales. Los hay que, con su conducta, son motivo de escándalo. Pero hay muchos más que con lo que hacen construyen espacios de humanidad, de ternura, de esperanza y de evangelio. No sé si eso da para un buen guión. Pero es lo que hay.
jmolaizola@vidanueva.es
En el nº 2.695 de Vida Nueva.
