(José María Arnaiz– Ex Secretario General de la Unión de Superiores Generales)
“No vivamos en Pascua como si fuera Cuaresma; ésta no dura todo el año. Sepamos entrar en lo original de la Pascua y ver lo que algunos no ven y sentir las palpitaciones del amor del Padre, que se traduce en alegría, servicio y paz”
No hay Pascua sin Cuaresma ni Cuaresma sin Pascua. En estos días, como pueblo cristiano nos preparamos para celebrar la fiesta pascual, fiesta de las fiestas; el Domingo de Resurrección, que da sentido a todos los domingos del año. La preparación tiene una versión de religiosidad “oficial” y popular abundante: se llama vía crucis, ayuno, sacramento de la reconciliación, limosna, campaña cuaresmal, solidaridad con los últimos, ejercicios, conversión, penitencia, camino catecumenal, desierto, tentación, silencio.
Sin duda, la Cuaresma es tiempo fuerte de experiencia religiosa y camino que lleva a la Pascua; tiene intensidad. La que no tiene el tiempo pascual. A menudo, nos centramos en el camino y olvidamos la meta, la Pascua, el corazón de la vida cristiana. Celebrar la Pascua del Señor y la nuestra es muy grande; es celebrar el paso de la muerte a la vida de Jesús y el nuestro. Es el tiempo en el que la noche es tan clara como el día, en que el cirio arde sin apagarse, la concordia lo llena todo, lo abatido se levanta. Bien podemos hablar de la victoria pascual.
Sin embargo, son pocos los “ritos” que acompañan a las semanas de Pascua. Y muchos los cambios por hacer en la pastoral y espiritualidad para convertir la fiesta de la resurrección en más fiesta y el centro de la vida cristiana.
No vivamos en Pascua como si fuera Cuaresma; ésta no dura todo el año. Sepamos entrar en lo original de la Pascua y ver lo que algunos no ven y sentir las palpitaciones del amor del Padre, que se traduce en alegría, servicio y paz. “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una persona que da un nuevo horizonte a la vida y, en ello, una orientación decisiva” (AP, 12). Eso es la fiesta pascual en Aparecida.
jmarnaiz@vidanueva.es
En el nº 2.700 de Vida Nueva.