(José Mª Rodríguez Olaizola– Sociólogo jesuita)
“Estoy convencido de que hay muchas mujeres que desempeñarían con acierto, eficacia y brillantez unas funciones que hoy, tristemente, están fuera de su alcance por el hecho de no ser varones. Por una triste tradición se han ido asociando un montón de cargos a la cuestión clerical”
El otro día fui como testigo a un juicio en el que juez, fiscal, defensa y secretaria del tribunal eran mujeres. Aparte de algún testigo y un par de agentes de la benemérita, el único varón era el acusado. No he podido evitar pensar en ello. La igualdad no puede ser patrimonio de una ideología, de un grupo o de un ministerio. Y, ciertamente, es una cuestión pendiente en el mundo eclesial.
Echo de menos más mujeres en puestos de responsabilidad en la Iglesia. No por una mala comprensión de las cuotas ni porque el género tenga que determinar quién ha de ocupar determinadas posiciones. Es, sencillamente, que estoy convencido de que hay muchas mujeres que desempeñarían con acierto, eficacia y brillantez unas funciones que hoy, tristemente, están fuera de su alcance por el hecho de no ser varones. Por una triste tradición se han ido asociando un montón de cargos a la cuestión clerical.
Y en consecuencia, o se es cura –y entonces varón– o no hay nada que hablar. Esto es especialmente sangrante en una Iglesia sostenida, en muchos lugares, por la práctica, la labor y la fidelidad de muchas más mujeres que hombres. Y es especialmente enervante porque parece que la única discusión relacionada con la cuestión del género en la Iglesia ha de ser la de si se puede ordenar o no a mujeres. La realidad es que, al margen de esta discusión, hay muchos pasos pendientes. ¿Para cuándo una mujer como portavoz y rostro visible de la Iglesia? ¿Por qué no pensar en nuncios apostólicos que no sean necesariamente obispos y puedan ser también mujeres?¿Para cuándo estructuras más democráticas e inclusivas en la toma de decisiones?
El día que renunciemos a cuestionar nuestras seguridades, hacernos preguntas y buscar respuestas habremos empezado a apagarnos.
jmolaizola@vidanueva.es
En el nº 2.699 de Vida Nueva.