Los pequeños grandes gestos

Camilo Maccise(Camilo Maccise– Ex presidente de la Unión de Superiores Generales)

“Cuando se informa sobre lo que se está haciendo por ese país, se ponen de relieve las grandes ayudas, (…) se corre el peligro de olvidar los pequeños grandes gestos de solidaridad de los mismos afectados por el terremoto: compartir lo poco que se tiene; escuchar y consolar; quedarse en el país a ayudar cuando existe la posibilidad de salir”

El terremoto de Haití ha sido como un revulsivo que ha sacudido las conciencias en un mundo donde impera la ley del dinero y del más fuerte; donde, además de personas desechables, hay países que no cuentan. Ha sido sorprendente la globalización de la solidaridad con ese pueblo que ha sufrido no sólo calamidades naturales, sino siglos de injusticia institucionalizada.

Se habla de proyectos de reconstrucción a corto, medio y largo plazo. Hay que crear, con la colaboración activa y responsable de sus habitantes, estructuras sociales que garanticen un futuro mejor para el más empobrecido de los países de América Latina y del Caribe. Se advierte, con razón, que cuando Haití deje de ser noticia, caerá en el olvido y volverá a su pobreza extrema.

Cuando se informa sobre lo que se está haciendo por ese país, se ponen de relieve las grandes ayudas que, en millones de euros y dólares, se están enviando para aliviar el sufrimiento de las personas afectadas por esa calamidad natural. Esto es necesario y laudable. Manifiesta un sentido humanitario a nivel mundial. Con todo, se corre el peligro de olvidar los pequeños grandes gestos de solidaridad de los mismos afectados por el terremoto: compartir lo poco que se tiene; escuchar y consolar; quedarse en el país a ayudar cuando existe la posibilidad de salir, como es el caso de religiosos y religiosas. Son como el óbolo insignificante de la viuda del evangelio o como el vaso de agua que se da al necesitado en quien se descubre el rostro sufriente de Cristo que nos interpela. Es en esas actitudes y compromisos de la vida cotidiana, más que en las grandes acciones, que son imprescindibles y dignas de aprecio, donde se comienza a crear fraternidad y donde Dios manifiesta su cercanía y su compasión.

cmaccise@vidanueva.es

En el nº 2.695 de Vida Nueva.

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