(José María Rodríguez Olaizola– Sociólogo jesuita)
“Las misas ‘oficiales’, no únicamente en el ámbito castrense, sino en otros muchos ámbitos, tienen un punto extraño. A veces, para el celebrante, incluso incómodo. Pensemos, por ejemplo, en la graduación de alumnos en un colegio religioso, en la que uno se puede encontrar con que una amplia mayoría de familias ya no sabe seguir la misa”
Leo hace unos días que se ha decidido suprimir la eucaristía en ciertos actos militares o, en todo caso, dejarla como voluntaria al margen del programa oficial. Es una decisión interesante, que invita a reflexionar. ¿Es un acierto o un error? ¿Es una falta de respeto por las tradiciones o es la consecuencia inevitable del pluralismo religioso, por una parte, y de la secularización, por otra?
No creo que se pueda responder a estas cuestiones en las pocas palabras de una columna. Más bien me gustaría plantearte a ti, lector, el reto de pensar en esta cuestión y, quizás, discutirla con otros.
Las misas “oficiales”, no únicamente en el ámbito castrense, sino en otros muchos ámbitos, tienen un punto extraño. A veces, para el celebrante, incluso incómodo. Pensemos, por ejemplo, en la graduación de alumnos en un colegio religioso, en la que uno se puede encontrar con que una amplia mayoría de familias ya no sabe seguir la misa y son pocos los que contestan en ese diálogo entre celebrante y asamblea. O pensemos en un funeral o una boda en los que, ante una Iglesia abarrotada, a la invitación “el Señor esté con vosotros”, sigue un silencio incómodo cuando los pocos que podrían responder parecen asustarse ante la mayoría muda, y si contestan, lo hacen musitando las palabras de modo casi inaudible. Entonces, el que celebra, intuye que le va a tocar decirlo todo…
Está claro que no son casos comparables, ni la oficialidad de unos, ni la conveniencia de otros. Pero traigo estas imágenes aquí para constatar que la misa se va convirtiendo, cada vez más, en un ritual para iniciados en la práctica religiosa, y quizás no esté tan mal que se caiga de algunos programas oficiales. ¿O sí? ¿Tú qué opinas?
jmolaizola@vidanueva.es
En el nº 2.707 de Vida Nueva.