(Juan Mª Laboa– Profesor emérito de la Universidad Pontificia Comillas)
“En América, y aquí, repetimos demasiado el nombre de Dios en vano, valorando nuestro yo y nuestros intereses más que la gloria de Dios”
La participación de Zapatero en el desayuno de oración celebrado en Washington se ha desarrollado al modo de un almibarado vodevil, incluso, teniendo en cuenta el peculiar talante americano. Resulta desconcertante que los organizadores inviten a participar activamente desde el ambón a un político que no oculta su increencia. Todo el acto se antoja un pastiche que manipula el hecho religioso.
En cualquier caso, seguía siendo un acto religioso. Zapatero no actuó en consecuencia, sino que trató de salir airoso como político, politizando necesaria y voluntariamente el acto. No fue el único, pero lo hizo con su agravante personal. Citó a Dios como un personaje de literatura, manipuló un texto de la Biblia sacándolo de su contexto e introdujo algunos de sus ítems favoritos, esta vez sí, con sus antecedentes y consecuencias.
También manipularon lo religioso quienes se mofaron o le atacaron en España por acudir a Washington, porque lo que les importaba no era la contaminación de la religión, sino el ataque cansino y desproporcionado al político.
Observando los preliminares y el acto, me imaginé a Nuestro Señor atacando a los comensales, volcando mesas y sillas de quienes acudían para alcanzar prestigio y conseguir pingües contratos con la palabra Dios en la boca y las manos en la bolsa de los doblones. Y.
En América, y aquí, repetimos demasiado el nombre de Dios en vano, valorando nuestro yo y nuestros intereses más que la gloria de Dios.
En el nº 2.695 de Vida Nueva.