(Lucía Ramón Carbonell– Profesora de la Cátedra de las Tres Religiones de la Universidad de Valencia)
“Es responsabilidad de todos, de cualquier institución católica que trabaje con niños y jóvenes –diócesis, asociaciones, escuelas católicas, órdenes religiosas–, elaborar protocolos de actuación transparentes, claros y operativos para casos similares”
La Pascua es una llamada a morir al pecado para resucitar con Cristo. Una llamada a la confianza en que el amor de Dios es mucho más fuerte que el mal.
Como a los discípulos contemporáneos de Jesús, el Espíritu del Resucitado nos impulsa hoy a salir del miedo y la parálisis para afrontar con lucidez y responsabilidad una crisis gravísima: la del abuso del poder religioso, de la confianza de los creyentes y de toda la sociedad y, lo más grave de todo, de niños y jóvenes indefensos a los que se ha producido un daño irreparable.
Dice un aforismo judío que quien salva una vida salva el mundo. Del mismo modo puede afirmarse que quien destroza una vida destruye un mundo de un valor incalculable.
Todos los cristianos debemos asumir nuestra parte de responsabilidad para que esto no vuelva a suceder. Por una parte, debemos plantearnos cómo es posible que todavía exista una doble vara de medir para los laicos, incluso tratándose de menores, y los clérigos, como si los primeros, aun siendo víctimas, fueran “menos Iglesia”, menos merecedores de amparo y protección por parte de la institución que los segundos.
Por otra, es responsabilidad de todos, de cualquier institución católica que trabaje con niños y jóvenes –diócesis, asociaciones, escuelas católicas, órdenes religiosas–, elaborar protocolos de actuación transparentes, claros y operativos para casos similares que incluyan sin excepción la colaboración con la justicia.
Estos protocolos deben considerar específicamente lo que compete al ámbito del derecho civil y canónico y a la atención pastoral, tanto de víctimas como de abusadores. Las peticiones de perdón nos comprometen a restablecer eficazmente la confianza.
En el nº 2.702 de Vida Nueva.