(Joaquín L. Ortega– Sacerdote y periodista)
“Con la exposición de Soria, el proyecto de Las Edades del Hombre ha quedado confirmado y revalorizado. Había quien creía (y quizá quien quería) que Soria fuera el portazo final. No ha sido así.”
En la historia de Las Edades del Hombre, la exposición de Soria era un apéndice forzado por las circunstancias. En 1997, Las Edades había pasado por El Burgo de Osma, sede y cabeza de la diócesis oxomense. Con todo, “Soria, paisaje interior” ha resultado, a mi juicio, la mejor de la ya larga serie. La he recorrido repetidas veces y siempre he constatado que respondía, como ninguna otra, a los planteamientos con que en 1988 se puso en marcha el proyecto: presentar el patrimonio artístico de la Iglesia, testigo de la fe vivida y expresada en Castilla y León a través de los tiempos.
Soria ha sabido, con sencillez y transparencia, volcar su peculiar idiosincrasia humana y religiosa en esta exposición. Diríase que ha logrado exteriorizar ejemplarmente su rico paisaje interior. Quiere esto decir que, con Soria, el proyecto ha quedado confirmado y revalorizado. Había quien creía (y quizá quien quería) que Soria fuera el portazo final. No ha sido así. Ha sido nada más que el final de un trayecto que partió de Valladolid y ha recorrido todas las catedrales castellano-leonesas. Habrá continuidad en otros trayectos y destinos. La Fundación Las Edades del Hombre, participada por los once obispos de Castilla y León, perfila ya otros rumbos y modelos de actividad. Habrá muestras de menor rango y se abrirán caminos a la investigación documental, a la música sacra, a la pedagogía eclesial o a la restauración del patrimonio.
Las Edades ha sido, globalmente, la iniciativa eclesial más valiosa y aplaudida de los últimos tiempos. Soria no podía ser el cerrojazo a una experiencia tan rica y tan costosa. Pero la patata está en manos de la Fundación que presiden los obispos. De su solidez, de su creatividad y de su autonomía depende el futuro de las hasta ahora tan familiares y tan prestigiadas Edades del Hombre.
En el nº 2.693 de Vida Nueva.