El 24 de mayo de 1993, el arzobispo de Guadalajara fue asesinado supuestamente en un fuego cruzado entre bandas de narcotraficantes, pero la hipótesis de que se trató de un crimen de Estado sigue en pie
“Confiamos que la investigación, que sigue abierta, algún día se esclarezca, para que podamos seguir construyendo caminos para un México más justo y fraterno”, dicen los obispos mexicanos