Tribuna

4 valores para recorrer este Adviento

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¿Cuáles serían los valores esenciales de quienes quieren andar con humanidad y fe, incluso con elegancia ‘camellesca’, por los caminos azarosos que nos tocan vivir? Describamos los más imprescindibles:

  1. Humildad esencial

    Que es algo más hondo que la humillación y el sonrojo. Se trata de descabalgar de la superioridad, de la conciencia de que somos un estamento más honorable, pues somos como todos. Se trata de aprender a ponerse en la fila del vecindario como cualquier ciudadano. Se trata incluso de renunciar a adoctrinar al personal, sabiendo que lo más que se puede hacer es ofrecer con sencillez, si hubiere ocasión, las experiencias de la propia fe. Muchos de los males que afligen a la comunidad cristiana vienen del lado de un orgullo secular que nada tiene que ver con el Evangelio.

  2. Resistencia pacífica.

    Porque una resistencia meramente beligerante no da buenos resultados y no conecta con el perfil pacificador de Jesús. Pero, eso sí, resistencia. No ceder ante quienes pretenden una Iglesia vuelta hacia atrás; no ceder ante quienes relativizan las consecuencias de nuestros caminos azarosos de hoy; no ceder ante quienes quieren perpetuar las sendas clericales de siempre; no ceder ante leyes y normas que esconden un irrefrenable ansia de poder.

    Caravana de camellos en el Sahara

  3. Resiliencia vigorosa

    Para creer en un futuro mejor, más evangélico, como lo intuía el sacerdote Ratzinger en 1969: “El futuro de la Iglesia puede venir y vendrá también hoy solo de la fuerza de quienes tienen raíces profundas y viven de la plenitud pura de su fe. El futuro no vendrá de quienes solo dan recetas. No vendrá de quienes solo se adaptan al instante actual. No vendrá de quienes solo critican a los demás y se toman a sí mismos como medida infalible”. Creer en palabras como estas, aunque quien las pronunció las relativizara mucho una vez llegado al papado. Tener por cierto que de esta enorme tormenta que sacude a la Iglesia saldremos fortalecidos, purificados, renovados, cambiados.

  4. Control del tigre que llevamos dentro

    Porque todos lo llevamos, porque hay un fondo oscuro en nuestra estructura personal. Control no tanto a base de normas y mecanismos coercitivos, sino, sobre todo, con formación saludable e inculturada, con medios paliativos para la enfermedad del propio ser, con aprendizajes prácticos sobre la dignidad de toda persona. Controlar ese tigre con sinceridad básica, con aceptación de los propios límites, con el reconocimiento rápido de la propia debilidad y con la luz y taquígrafos de una vida que puede ser débil, pero que no quiere ser hipócrita.